FOCES DEL RÍO PENDÓN (Nava)

• 2. Hacerlo a la inversa, yendo por Los Fornos (a mano izquierda) y volver por el Mayau Pastor.

Cambiamos los playeros por las botas de monte impermeables pues había leído que podía haber bastante barro, e iniciamos la aventura a las 11.20 horas.

Nuestro camino, ubicado al lado del segundo parking (el privado de Fuensanta), perfectamente señalizado, empieza con una subida y con un paso canadiense o paso para ganado.

Poco después encontramos un desvío en el que si vamos a mano izquierda iremos hacia Los Fornos, y si vamos hacia la derecha (nuestro destino), seguiremos dirección Mayau Pastor.

Viendo los desniveles de los distintos tracks de Wikiloc que revisé, decidí hacer el recorrido empezando por el Mayau Pastor y regresando por Los Fornos. Una vez hecho así os recomiendo muchísimo que sigáis el itinerario en el mismo sentido que nosotras, puesto que considero que el desnivel es mucho más asequible de esta forma. Además a mí particularmente las vistas me gustan más en este sentido que haciéndolo a la inversa.

El principio de la ruta no es especialmente bonito puesto que se realiza sobre una pista de hormigón. La parte buena es que no tiene pérdida ninguna ya que no hay que salirse en ningún momento de dicha pista mientras no veáis los carteles, claramente identificados.

Pronto encontramos a mano derecha panorámicas de un precioso y verde valle que hace mucho más ameno nuestro constante ascenso. Aunque es todo cuesta arriba, lo encuentro bastante asumible teniendo en cuenta que llevaba más de tres meses sin hacer nada de ejercicio… Me siento feliz por estar libre de nuevo y por poder disfrutar de la naturaleza y de las primeras florecillas de la primavera.

Nos encontramos con algunos animalillos de forma puntual y con unas coloridas colmenas. Lo mejor de todo es que apenas nos hemos cruzado con nadie durante la primera mitad de la ruta.

Tardamos una hora cuarenta minutos en llegar al desvío señalizado que tomamos en nuestra ruta anterior para dirigirnos a «Les praeres» de Nava. Nos lo estamos tomando con mucha calma por lo que nuestros tiempos son una referencia aproximada. En esta ocasión seguimos las señales que nos conducen hacia el puente Pendón.

Para mí a partir de este punto es cuando empieza, con diferencia, la parte más bonita de la ruta.

Poco tiempo después hallamos la zona conocida como «Les vueltes», un pronunciado descenso en zig zag de 1,1 kilómetros que fue una de las razones que me hizo elegir el itinerario en el sentido en el que lo estamos haciendo.

Descendiendo por «Les vueltes» con el único sonido del trinar de los pájaros y el correr del río Pendón al fondo, las vistas del valle con las distintas tonalidades de verde llenaban mi corazón por completo. Qué felicidad volver a estar por fin en plena naturaleza. Además aquí ya no estábamos sobre una pista asfaltada, y eso da muchísimos puntos extra.

Cada vez escuchábamos más cerca el arrullo del río, mientras que el musgo verde intenso empezaba a cubrir rocas y troncos dándole a todo un toque onírico.

Me encanta explorar al máximo cada rincón cual cabritilla montesa, por lo que cuando llegamos al puente Pendón, lo recorrí por debajo hasta llegar a una coqueta (pero nada fotogénica) cascada. La zona me pareció mágica, no me había dado cuenta de cuánto ansiaba volver a encontrarme en este tipo de lugares…

Seguimos avanzando buscando un lugar en el que hacer nuestro picnic del día y lo encontramos nada más descender por unas escaleras hechas con las raíces de un árbol. En una curva del río encontramos una amplia explanada donde tumbarnos mientras nos deleitábamos con los múltiples saltos de agua y diversas pozas de lo más apetecibles. Os recomiendo explorar siguiendo el curso del río tanto hacia arriba como hacia abajo porque descubriréis rincones en los que parece que va a salir un hada de los bosques en cualquier momento. Estaba siendo un día mágico y muy especial.

Disfrutamos de un picnic genial en completa tranquilidad y en contacto con la naturaleza. Una vez recargadas las pilas nos pusimos en marcha de nuevo, siempre avanzando paralelas al riachuelo.

Tocaba cruzar un segundo y último puente rumbo hacia la zona conocida como “Les mecedores”.

En «Les mecedores» nos topamos con un supuesto salto de agua que apenas bajaba con unos hilillos. Qué lástima que no fuese más cargada, teniendo en cuenta lo que ha llovido en las últimas semanas.

De aquí enlazamos con el sector que da nombre a la ruta, las foces del río Pendón. Las foces son hoces, cañones o gargantas excavadas por los ríos cuando discurren por roquedos calizos. Las paredes verticales han sido talladas por la erosión, a la vez que el río se iba encajonando a lo largo de millones de años.

A medida que avanzamos los paisajes mejoran por momentos. Me encanta todo este tramo. Me recuerda al inicio de la ruta de las Xanas, en Santo Adriano, que os recomiendo muchísimo.

A lo lejos y en las alturas podemos contemplar las ágiles cabritillas escalando las rocosas paredes. Nos tiramos un rato en el “prao” simplemente disfrutando de los pequeños placeres que da la vida.

Una vez que nos ponemos en marcha, atravesamos un paso para ganado y a los pocos metros ya toca desviarnos a mano izquierda siguiendo las señalizaciones para regresar al coche unos veinte minutos después. No tiene pérdida ninguna.

Finalizamos nuestra aventura a las 16:20 horas, cinco horas después de haber empezado, habiéndonoslo tomado con mucha calma. Me ha parecido un recorrido muy bonito y recomendable. Eso sí, yo elegiría el itinerario en el mismo sentido que lo hemos hecho nosotras.

PLANES DE DÍA ENTERO

Puesto que habíamos acabado la caminata temprano, decidimos acercarnos hasta Les Praeres de Nava. Solo había ido una vez en coche pero recuerdo la carretera tan empinada, que se me habían quitado las ganas de volver y, muchísimo menos, teniendo que conducir yo. No sé por qué pero hoy estaba animada y decidí aventurarme a ver qué tal se me daba el ascenso. 

Poco antes de iniciar la temida subida por la carretera y de pura casualidad visualizamos desde el coche una pequeña cascada (de nombre desconocido). Ya sabéis que soy fan total de cualquier tipo de salto de agua o cascada por lo que solo me faltó tirar de freno de mano y saltar por la ventanilla, jajaja. Dejamos el vehículo en esta pequeña explanada, ubicada junto a una acogedora área recreativa provista con un par de mesas de madera. Descubrimos un cartel que indicaba que aquí se inicia la ruta de la ribera del río de la Peña, otro de los trece itinerarios que constituyen «Los Senderos de la Comarca de la Sidra». Queda anotada para una futura ocasión.

Atravesamos un puente de piedra y encontramos un coqueto salto de agua ubicado junto a una casa. Qué maravilla poder vivir aquí y escuchar y visualizar este agradable rincón cada día.

Tras explorar un poco la zona y deleitarnos con la pequeña cascada, montamos nuevamente en el coche. A pocos metros comenzó mi temido ascenso. En el vídeo que os adjunto NO se aprecia para nada el desnivel, pero os diré que en varios tramos tuve que subir en primera y que mi coche el pobre no daba ya más de sí. A mí no me gusta nada conducir y si me “arriesgué” a subir hoy hasta allí es porque Google Maps indicaba que el restaurante Les Praeres, muy recomendado por la gente, estaba cerrado, por lo que me imaginé que no tendría que cruzarme con apenas ningún vehículo, como así fue. No me quiero ni imaginar lo que tiene que ser en verano esta estrecha carretera llena de vehículos que suben y bajan como si de una romería se tratase. Nunca me atrevería a meterme en esas fechas ni loca, porque fijo que acababa despeñada, jajaja.

El paisaje durante la subida es una maravilla, además hay algún recoveco donde dejar el coche y parar a echar un vistazo. (Yo preferí dejar esta parada para la vuelta)

Una vez que llegamos a la cima, al puerto de Les Praeres, ubicado a 892 metros de altitud, nos encontramos con solo otro coche y las preciosísimas praderas que tan bonitas recordaba.

Si he querido subir hasta aquí era para deleitarnos con el paisaje y para ver si en esta ocasión conseguíamos ver a la cierva que vive en el restaurante. Tuvimos muchísima suerte puesto que el dueño del mismo estaba segando y la cierva pacía por la finca a sus anchas. Pedimos permiso al señor para entrar a verla y, aunque primero se mostró reticente, al final nos permitió pasar y contemplar de cerca a la cierva conocida como Bambi. ¡¡Qué ilusión!!

Varias rutas parten desde el parking, pero esas me quedarán pendientes para explorarlas en otra ocasión.