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2. RUTA DEL SILENCIO: CASCADAS DE CELÓN Y DEL PICÓN (Villanueva de Oscos)
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ÍNDICE
Jueves 18 de noviembre de 2021
INTRODUCCIÓN
Suena el despertador a las 8.10 horas. Hoy vamos a hacer la Ruta del Silencio, ¡qué ilusiónnnn! Desde que la vi en Instagram solo una vez en mi vida (no debe ser muy conocida aún), quedé totalmente prendada de ella y con ganas de hacerla. El problema es que queda a unas dos horas en coche desde mi casa por lo que para mí implicaba tener que ir a dormir por la zona, y eso hizo que la planificación se alargase un poco. Pero cuándo mejor que ahora, en pleno otoño. Ojalá podamos contemplar las tonalidades de los cambios de estación.
Bajamos a desayunar a las 8.30 horas tal como acordamos ayer. De nuevo tenemos el saloncito entero para nosotras al ser los únicos huéspedes del hotel. Preciosa música celta nos acompaña mientras en la mesa vemos la variedad que nos han preparado: fruta, tostadas de distintos tipos de pan hecho con masa madre, bizcocho de manzana casero, tomate, mermelada de arándanos, zumo de naranja natural, café y Colacao.
Yo reconozco que cuando voy de hotel, si se puede elegir, soy más del típico desayuno de huevos revueltos con beicon y algo de dulce con chocolate; diría que este desayuno es de paladares más exigentes que el mío. Aún así lo pruebo todo porque tenía excelentes críticas tanto en TripAdvisor como en Google, pero en este caso mi opinión no es muy relevante ya que en otra ocasión directamente nunca hubiese probado por ejemplo el bizcocho de manzana ni la mermelada de arándanos (para mí el dulce nunca debería ir combinado con fruta, jajaja).
Hablamos un buen rato con José, nuestro anfitrión. Es muy agradable y nos cuenta un montón de cosas del pueblo. Nos explica que además de dirigir el hotel y varias casas rurales, se encargan también de una de las dos tiendas de Villanueva de Oscos y hasta del transporte escolar que lleva a los chicos hasta el bus que les traslada al instituto. Es lo que tienen los pueblos, que apenas hay gente y la que hay tiene que hacer un poco de todo. ¡¡¡Os recomiendo mucho este alojamiento!!! Pero recordad que no se encuentra en Booking, por lo que las reservas tienen que hacerse por teléfono u online.
Como os decía, hoy vamos a dedicar el día a la Ruta del Silencio.
DATOS PRÁCTICOS DE LA RUTA DEL SILENCIO
Parking
Tipo de ruta
Yo siempre había pensado que las rutas lineales son aquellas en las que se hace la ida y la vuelta por un mismo camino mientras que las circulares eran en las que la ida se hace por un camino y la vuelta por otro diferente, volviendo tanto en las lineales como en las circulares al mismo punto de partida. Pero un día un experto montañero me sacó de mi error y me explicó que las rutas LINEALES son aquellas que se inician en un punto y se terminan en otro, mientras que las rutas CIRCULARES son aquellas que se inician y finalizan en un mismo punto, independientemente de que la vuelta se haga por el mismo camino o no.
Dicho todo esto, nuestra ruta es circular (ida y vuelta por distinto camino):
NUESTRA RUTA
Salimos del Hotel Oscos a las 10.10 horas. Una vez que desde la carretera general tomamos el desvío hacia el pueblo de San Cristóbal, de donde parte la ruta, tenemos 3 km a través de una pista forestal asfaltada estrecha pero en bastante buen estado a excepción de algún socavón puntual. Nosotras hemos tenido suerte porque no nos cruzamos con nadie en todo el camino, cosa que me preocupaba bastante porque, como ya he dicho, a mí no me gusta conducir y me pone nerviosa ir por sitios así de estrechos.
Plaza de San Cristóbal
Nada más bajar del coche nos reciben tres enormes mastines y un (creo) border collie de lo más sociables. (Los cuatro nos acompañarán un buen tramo y los tres mastines harán con nosotras los 14 km)
Comenzamos la ruta a las 10.35 horas. Se inicia en la plaza del pueblo y está bien señalizada.
Nos acompaña un maravilloso día de sol, no parece que estemos a 18 de noviembre. De hecho hace bastante calor y nos toca empezar a quitar capas al poco de empezar a caminar porque venimos demasiado abrigadas.
Una vez que pasamos por delante de la capilla de San Cristóbal, empezamos a descender teniendo a nuestra derecha amplias y bonitas vistas del valle del río Ahío.
Vamos de lo más entretenidas con los cuatro perros. El border collie corre sin parar pidiéndonos que le tiremos su piña una y otra vez. Desde la cima del monte nos vigilan los molinos eólicos con su frufrú constante.
Descendemos hasta adentrarnos en un precioso bosque de castaños, robles y madroños en el que el suelo está hecho completamente de hojarasca que cruje bajo nuestros pies.
Cuanto más profundizamos, más bonito es lo que vemos, con el musgo tan verde en contraste con esas hojas otoñales. Enormes castaños nos acompañan en nuestro camino.
El sendero a través del bosque con el simple crujir de las hojas a nuestros pies y nuestros cuatro fieles amiguitos me parece de lo más encantador. Por ahora me está gustando mucho y eso que aún no hemos caminado apenas. Pero el día tan bonito que tenemos y la ruta entera para nosotras ya es un lujo por sí mismo.
Hay que ir fijándose bastante dónde ponemos los pies porque hay un montón de piedras sueltas por el camino que podrían hacer que retorzamos un tobillo con una facilidad pasmosa.
Me llama muchísimo la atención la paciencia de los mastines. Por muy lentas que nosotras vayamos, ellos siempre respetan nuestro paso y en ningún momento se muestran inquietos por adelantarnos.
Además es gracioso porque los perros nos marcan el camino a seguir en los desvíos. Cuántas veces habrán hecho ya esta ruta… Antes de llegar nosotras lo suficientemente cerca de los carteles para saber hacia dónde tenemos que dirigirnos, ellos ya han tomado el camino correcto. Son una compañía adorable.
De todas formas la mayor parte de los desvíos están muy bien señalizados. Pese a ello, a lo largo de la ruta tuve que tirar de la app Maps.me (la que me guía en todos mis viajes y rutas por poderse utilizar offline y por mostrar mucho mejor los senderos que Google Maps) en alguna ocasión porque me había surgido alguna duda.
Cruzamos un fotogénico puente cubierto en parte por verde musgo y recorrido por un sendero de hojarasca.
Ahora el camino transcurre por la ladera de enfrente donde por un lado castaños enormes nos contemplan, y por el otro pequeños saltos de agua nos arropan con el sonido constante del agua correr.
Vemos varias «corripas» por el camino. No tenía ni idea de su existencia ni de su significado hasta que hice la Ruta de la Seimeira donde el cartel informativo explicaba que: «es muy común encontrar en los soutos o montes de castaños pequeñas construcciones circulares de piedra denominadas corripas. A finales de octubre – principios de noviembre se inicia el ciclo de recolección de las castañas que comienza con el vareo de los erizos mientras otras personas los recogen con unas pequeñas pinzas de madera y los introducen en cestas de madera para transportarlos hasta las corripas, donde se taparán con hojas y rastrojos. Al mismo tiempo se recogen las castañas que están fuera de los erizos, que son las que primero se consumen. Pasados 2 meses se procederá a vaciar la corripa en cuyo interior habrá erizos curtidos y las castañas que tenían dentro, consiguiendo de esta forma una mejor conservación de las mismas, ya que pueden durar hasta el mes de abril o mayo«.
Llegamos al molino de Mourelle a las 11.45 horas. Se encuentra prácticamente destruido y, si nos dimos cuenta de su presencia, es únicamente porque hay un cartel señalizándolo.
Hasta aquí desde el pueblo de San Cristóbal (donde hemos iniciado la ruta) ha sido todo cuesta abajo con una pendiente bastante pronunciada. Ahora toca empezar a subir por ese bosque de cuento a través de varios zigzags. Supongo que el hecho de que el sendero sea en zigzag hace que la pendiente sea una pizca menos pronunciada, pero la realidad es que el desnivel es bastante intenso y vamos con la lengua fuera como nuestros amigos perretes.
Paramos a reponer líquidos en una de las curvas del camino. Estamos subiendo la ladera en busca del cielo azul que hoy nos acompaña. Es increíble que estemos en pleno noviembre con el día tan maravilloso que tenemos. En cuanto al otoño, aparte de los preciosos senderos llenos de hojarasca, no hemos visto mucho más. En ese sentido, como la semana pasada viví el otoño en su máximo esplendor en mi escapada a Riaño (León), ya me doy por satisfecha.
Parece que no pero el hecho de que los perros no se separen de nosotras (ya solo nos siguen los tres mastines) nos hace mucha compañía. Son muy graciosos, tan pacientes… Ellos no avanzan si no avanzamos nosotras. Estoy disfrutando mucho pudiendo hacer la ruta con ellos. Qué mejor compañía como amante que soy de los perros. Cuando nosotras paramos a hacer fotos, ellos se echan a descansar, jajaja.
Seguimos subiendo y subiendo hasta llegar al abandonado y derruido pueblo de Mourelle a las 12.30 horas (ya llevamos dos horas de ruta). Sacamos un par de fotos de las casas, que no se pueden recorrer porque toda la zona está tomada por las zarzas y la vegetación.
Continuamos ascendiendo por esas cuestas tan pronunciadas e interminables rumbo al Pico Balongo. A las 13 horas me da la sensación de que apenas hemos avanzado desde que empezamos la aventura. Solo llevamos recorrida una tercera parte de la ruta y, al ser pleno noviembre, solo tendremos luz hasta las 18 horas aproximadamente. Entre el desnivel tan intenso y que el sol nos da de pleno sin darnos una tregua, todo se hace un poco más duro.
Las vistas del valle con el «frufrú» constante de los molinos de viento son muy bonitas y relajantes.
A las 13.15 horas llegamos al desvío del mirador del Pico Balongo. Ya ayer José en el hotel nos dijo que el acceso era complicado porque no estaba nada cuidado. Basta que me digan eso para que yo quiera llegar sí o sí.
Lo cierto es que la senda no está señalizada y está casi en su totalidad cubierta de maleza. De hecho, si no llega a ser porque Wikiloc me muestra los caminos de forma excelente no la hubiese encontrado con la app Maps.me. Pagar los 10€ anuales de Wikiloc es una de las mejores cosas que he hecho desde que he empezado a hacer senderismo. ¡Os lo recomiendo muchísimo!
Así que como a veces me pongo un poco tozuda, consigo encontrar el sendero y atravieso toda la maleza hasta subir a la cima del Pico Balongo, lo que nos da unas vistas de 360° del valle.
No puedo evitar gritar de emoción al descubrir esas panorámicas. Soy de lo más emocionable, jajaja.
Frente a nosotras podemos visualizar la ruta que vamos seguir, así como el abandonado pueblo de Brusquete y las colmenas de abejas de las que nos había hablado ayer José, nuestro anfitrión.
Nuestra estancia en el pico no se alarga mucho porque sopla un frío intenso y gélido. Aunque mi sensación es que apenas hemos pasado tiempo ahí arriba, algo sí que debimos de tardar porque de repente han venido los tres perros a buscarnos, pese a tener que adentrarse en plena maleza… ¡Son geniales estos canes! Está claro que son nuestros protectores durante esta ruta.
Empieza ahora un tramo de subidas y bajadas con el viento gélido que no perdona. Toca volver a ponerse alguna capa de abrigo.
Estos tramos nos están llevando a bordear las distintas laderas.
Cuando mi madre y yo nos sentamos un rato para descansar, los perretes se echan, siempre cerca de nosotras. Es una situación de lo más cómica.
Cruzamos un riachuelo, ascendemos entre pinos y a las 14.20 horas ya divisamos el pueblo de Brusquete y las colmenas de abejas.
Ayer creí entender a José que dentro de Brusquete había una cabaña donde podríamos comer en caso de que el tiempo estuviese desagradable, pero al llegar a la entrada del pueblo vemos un cartel en el que pone: «prohibido el paso, explotación apícola». Igual no le entendí yo bien, por lo que comemos sentadas en el sendero principal con los rayos del sol acariciando nuestra tez y los perretes acostados cerca de nosotras pero sin molestarnos ni una sola vez por el tema de la comida. Es increíble lo bien educados que están estos animales, estoy alucinando. Hasta nuestra perrita Chispa estaría de lo más inquieta en caso de vernos comer y escuchar el papel Albal abrirse y cerrarse. Con el sol calentándonos de frente y como único sonido el de los molinos en las cimas girando sin parar, ha sido un picnic de lo más pacífico.
Aunque el suelo donde nos sentamos está húmedo, nuestras super mochilas del Decathlon tienen en la parte inferior un chubasquero para proteger la propia mochila en caso de lluvia, que nos va ideal para colocarlo sobre el prado y no mojarnos mientras comemos. Si alguno está buscando una mochila, os la recomiendo muchísimo: por solo 24,99€, con una capacidad de 20 litros y un montón de bolsillos para organizar bien las diferentes cosas, me gusta un montón (LINK Decathlon: mochila pequeña de montaña y trekking Quechua NH500 20L gris tormenta). (Que conste que para nada me llevo ningún tipo de comisión. Es solo que quedé encantada con mi compra y siempre me gusta compartir mis descubrimientos por si ayudan a otras personas)
Después de media hora toca ponerse en marcha de nuevo. Quizás nos hubiese gustado reposar un rato más pero el tiempo y sobre todo la luz del sol juega en nuestra contra. Es una ruta bastante dura y aún nos queda un buen tramo por recorrer. No queremos que se nos haga de noche.
Seguimos ascendiendo, cómo no, a veces entre pinos, a veces con amplias vistas de los montes.
Tras coger un desvío nos encontramos de repente en un estrecho sendero de esos que yo llamo «de cabras» y que tantísimo me gustan. Esta ruta está llena de contrastes y de senderos de todo tipo… Hemos bajado a través de un bosque, hemos subido zigzagueando por la ladera y ahora esto. Esta parte me está gustando muchísimo porque además pronto nos adentra, esta vez por fin a través de un descenso, en un bosque de cuento. En ciertos tramos hay cuerdas que ayudan en la bajada, aunque yo con mis bastones de trekking básicos del Decathlon bajo sin apenas dificultad.
Ese sendero y ese bosque son una pasada, y el hecho de que los perros no se despeguen de nosotras, sobre todo de mi madre que va un poco más rezagada, es de lo más curioso.
Pasamos de largo el desvío que señaliza la Cueva de los Maquis. «El maquis fue el conjunto de movimientos guerrilleros opositores al régimen franquista establecido en España tras la Guerra Civil, y que comenzó a operar ya durante la contienda. Sobrevivían en cuevas, en invernales —cabañas de ganado— compartiendo el calor con vacas y caballos, ocultos en zulos de casonas o escondidos en pajares de sus enlaces, caminando por la noche entre las carrascas, por senderos por los que solo transitaban cabras«. Tanto José ayer como un señor hoy en el pueblo de San Cristóbal nos han dicho que lo más probable es que no consigamos encontrar la cueva y, teniendo en cuenta que vamos contra reloj por el tema de la luz y del sol, no quiero perder tiempo en buscar algo que probablemente no encontremos, y menos teniendo en cuenta que nuestro siguiente premio es una cascada. Me declaro fan incondicional de las cascadas y ahí sí que no me importa para nada invertir mi tiempo, es más, lo hago encantadísima de la vida.
Como os digo, ahora toca descender hasta llegar al río. En vista de que estábamos prácticamente en lo alto de la montaña, el descenso se las trae. A mí la bajada se me hace de lo más llevadera pero a mi madre le cuesta bastante y tiene que ir haciendo uso de las distintas cuerdas que encontramos por el camino. Este tramo nos ralentiza en exceso, pero hay que bajar con cuidado para no resbalar (por el intenso desnivel y las hojas). Los perros apenas se separan de mi madre. Creemos que la ven titubear y quieren mostrarnos que están ahí para protegerla.
Hemos tardado 30 minutos desde que empezó el sendero «de cabras» hasta que encontramos el desvío a la Cascada de Celón, perfectamente señalizado.
Aunque desde el desvío hasta la propia cascada no debe de haber más de 100 metros, el tramo nos ha parecido un tanto peliagudo (breve pero intenso). Eso sí, la recompensa es espectacular.
Me enamoro de la cascada al instante, ¡¡qué alta!! ¡¡¡Me encanta!!! ¡¡¡No puedo parar de gritar de emoción!!! ¡¡Qué guayyyy!! ¡¡¡¡Y es entera para nosotras dos, como lo ha sido toda la ruta hasta ahora!!!! ¡¡¡¡¡Qué bieeeennnn!!!!! Me siento tan feliz en estos momentos… ¡¡¡¡Las cascadas me dan una felicidad plena!!!! ¡¡¡¡¡Me chiflan!!!!! El paraje es idílico del todo y el hecho de tenerla entera para nosotras es un lujazo difícil de describir. Podría pasarme aquí horas sentada contemplando esta belleza.
Pero después de 20 minutos toca ponerse en marcha de nuevo. Esta vez no lo hago apesadumbrada como me ocurre siempre que abandono una cascada, considerando que nuestra siguiente recompensa es una segunda cascada. ¡¡Me encanta esta ruta!!
A las 16 horas desandamos camino de nuevo hasta el desvío que nos indicaba la Cascada del Celón. Ahí nos encontramos a nuestros tres amigos perretes tumbados al sol descansando. Debe ser que esta cascada ya la tienen muy vista, jajaja.
Toca seguir descendiendo por esos desniveles tan elevados hasta llegar al desvío que nos señaliza la segunda cascada, la Cascada del Picón. Tardamos unos 20 minutos en llegar de un desvío a otro, pero más que nada porque a mi madre cada vez le cuesta más ese descenso tan pronunciado. Las piernas le tiemblan por momentos y toca pararse a descansar.
Esos 20 minutos y dos puentes nos separan de la señalización hacia la Cascada del Picón. Aunque antes a lo lejos hemos podido atisbar la cascada, hay que atravesar esos dos puentes para llegar al desvío adecuado, puesto que ahora a la cascada vamos a acceder por la otra orilla del río. Cosa que yo no sabía y que me mosqueaba bastante ya que al haber visto la cascada a lo lejos, entendía que la desviación tenía que aparecer de un momento a otro pero nunca llegaba.
El cartel indicativo de la Cascada del Picón especifica que solo 300 metros nos separan de la misma. No tenía ni idea de que nos esperaba un berenjenal estupendo… El caso es que al principio el sendero está claramente definido pero llega un momento en el que lo pierdo y me toca abrirme camino por donde creo que es el lugar correcto.
Adjunto la foto de por dónde deberíamos haber ido. Nosotras fuimos por abajo, a la vera del río.
Está claro que me equivoco de pleno y acabamos metiéndonos en una zona llena de rocas que se mueven y que tienen profundos agujeros entre ellas tapados con la hojarasca. Nos movemos a paso de tortuga teniendo que avanzar siempre primero con los bastones para ver dónde podemos pisar sin meter el pie en un agujero y torcernos un tobillo o rompernos la pierna directamente. Mi madre se empieza a agobiar porque no consigue progresar; yo me empiezo a agobiar por haberla metido en ese berenjenal y porque apenas nos queda una hora antes de que empiece a ponerse el sol. El caso es que si hubiésemos ido sobradas de tiempo nos lo hubiésemos tomado con más calma porque la situación no revestía gravedad, pero el estar agobiadas no ayuda nunca.
Por fin conseguimos encontrar el sendero viendo por dónde van los perros. Nos disponemos a recorrerlo pero toca atravesar un pequeño riachuelo y uno de los mastines se queda parado en medio por lo que no hay forma de avanzar, el tiempo se nos está echando encima y cada vez estoy más agobiada. Cualquiera diría que el perro sabe lo que ocurre y no quiere que sigamos avanzando. En realidad la situación es de lo más cómica porque por más que le suplico y trato de moverlo no hay forma de que se quite y, al ser un riachuelo con mucha pendiente y roca resbaladiza, no tengo otro lugar por el que pasar que no sea por donde está él plantado. Mi madre decide poner punto y final a su aventura hacia la cascada y prefiere esperarme ahí. Yo trato de engañar a los perros haciendo que voy a dar media vuelta y cuando por fin se van de la zona del riachuelo, echo a caminar a toda velocidad, esta vez por el estrecho sendero claramente visible, para sacar una foto exprés a la cascada y dar media vuelta.
Es una pena que vayamos justas de horas porque ayer José me dijo que había una tercera cascada bordeando esta por la izquierda (y que incluso podría haber una cuarta de más difícil acceso), pero no me animo ni de coña a invertir más tiempo.
Esta vez no he podido disfrutar del paraje como a mí me gusta y, tras una foto rápida, me pongo en marcha de nuevo. Grabo un vídeo con parte del sendero a la vuelta para que veáis a qué me refiero con que no está claramente definido, aunque es verdad que una vez que sabes dónde está, no resulta difícil seguirlo.
En parte me equivoqué y lo perdí porque interpreté de forma errónea que habría que ir bien pegadas a la orilla del río cuando el sendero estaba a varios metros de la misma. No he disfrutado nada de ese tramo de vuelta a pesar de que me parece precioso; de hecho estos supuestos 600 metros (300 de ida y 300 de vuelta) se me han hecho eternos.
Llegamos al puente que nos marcaba el desvío hacia la Cascada de Celón a las 17.20 horas. Según Maps.me nos quedan 2,5 km – 1 hora para finalizar la ruta, y el sol empieza a caer en torno a las 17.50 horas. Empieza una carrera contrarreloj para llegar al coche cuanto antes. El problema es que estamos en el fondo del valle y el pueblo de San Cristóbal está en lo alto de la ladera, así que toca empezar a ascender por unos senderos de lo más pronunciados.
Nos hemos propuesto no sacar fotos hasta llegar, porque nos gusta demasiado retratarlo todo y eso ha hecho que hoy nos ralentizásemos un montón, como nos ocurre en cada ruta, pero es que es tan bonito lo que nos vamos encontrando a cada paso que es imposible cumplir nuestra propia palabra. Entre lo gracioso que me resultan los perros formando en fila india gran parte del tiempo detrás de mi madre, lo bellísimo del sendero y que de repente descubrimos el atardecer en la punta de las cumbres, es imposible no sacar el móvil a cada instante.
Suerte que me traía mi batería externa (cuyo link ya no está disponible en Amazon) porque me estaba bajando la batería de forma exagerada… Como siempre uso el móvil sin parar tanto como cámara de fotos y como mapa, y que llevo activada la app de Wikiloc para registrar el itinerario y luego poder compartirlo… La batería baja como la espuma y siempre necesito tener una batería externa que no pese mucho y que sepa que va a durarme todo el día sin fallarme. Prefiero que me sobren mAh por si alguien más se queda sin batería y necesita tirar de la mía. Estos son los requisitos básicos que tiene que tener una batería externa para mí:
Es la primera vez que me toca cargar el móvil en dos ocasiones en una misma ruta. Es cierto que la batería me va fatal y que Wikiloc me consume un montón, pero también es cierto que no hemos podido parar de sacar fotos y vídeos a cada momento.
A las 18 horas paramos a descansar 5 minutos antes de la traca /subida final. Estamos aún a 1,2 km del pueblo. Tenemos el privilegio de contemplar parte del atardecer desde un lugar maravilloso, nosotras solas con nuestros mastines / guardaespaldas. Su compañía ha hecho de esta ruta algo diferente e inolvidable.
El último tramo nos ha costado avanzar porque el paisaje era espectacular. A pesar de que veíamos que estaba oscureciendo, no podíamos guardar la cámara en ningún momento.
A las 18.10 horas por fin vemos a lo lejos el pueblo de San Cristóbal y ¡¡mi coche!! La verdad es que sentimos una liberación total porque ahora sí que no queda nada y vamos a tener luz suficiente para llegar.
Cuando estamos a punto de lograrlo, el finalizar la ruta quiero decir, descubrimos que una luna llena enorme está saliendo a través de los molinos eólicos, por lo que chillamos de emoción y tenemos que dar la vuelta hasta encontrar una ubicación perfecta para contemplarla y fotografiarla. Es una lástima que con nuestros móviles no podamos apreciar para nada los detalles cuando sale la luna porque la estampa era idílica. Menudo final de lujo a una aventura alucinante.
Finalmente los últimos cientos de metros hasta el pueblo he tenido que sacar mi potente linterna de la bici porque sí que se nos ha hecho de noche, pero era tan espectacular lo que estábamos contemplando que no podíamos ignorarlo sin más.
Llegamos a San Cristóbal a las 18.30 horas después de 8 horas y casi 14 km a nuestras espaldas. Ha sido una ruta alucinante, muy dura, no apta para cualquiera ni de coña, pero con una diversidad de paisajes y contrastes que nos ha hecho disfrutar como niñas. Además la experiencia con los perros que nos han acompañado durante los 14 km ha sido irrepetible. Nos han hecho sentirnos de lo más protegidas. La mayor parte del tiempo dos iban delante y uno detrás, justo pegado a nuestra espalda. Éramos las ovejitas de nuestros perros pastores. Y eso sin mencionar que por primera vez en mi vida me he encontrado con cero personas en las ocho horas que ha durado la ruta, lo que para mí es un lujazo absoluto. Esa era la sensación que me dio cuando descubrí esta ruta en Instagram, que era de ensueño y de lo más desconocida, y se han cumplido sobradamente mis expectativas.
De repente descubrimos que la temperatura es de solo 5°. La llegada de la noche ha traído una bajada exagerada de los termómetros pero nosotras estábamos tan emocionadas que ni nos hemos dado cuenta.
Los perros van raudos y veloces a cenar pues no han comido nada en todo el día. Enormes ollas de comida les esperan en la plaza del pueblo.
A modo de COMENTARIOS Y CONSEJOS VARIOS, decir que:
Dejamos a los perretes cenando y nosotras arrancamos el coche rumbo al hotel. No me gusta conducir de noche pero no nos ha quedado otro remedio. Por suerte nuevamente tenemos la estrecha pista asfaltada hasta la carretera general entera para nosotras.
Eso sí, por el camino casi hemos tenido que tirar de freno de mano porque nos hemos encontrado de frente con un atardecer alucinante que sí que ya es un punto final de 10 para esta ruta.
Llegamos al hotel en menos de 15 minutos. Os recomiendo muchísimo alojaros en el Hotel Oscos si vais a hacer esta ruta, ya no solo por lo bien que está el alojamiento en sí, sino porque la escasa distancia al pueblo de San Cristóbal es un puntazo más a favor. Estamos agotadas y casi no puedo ni con mis pestañas, por lo que nos vamos directas a la habitación a descansar y ya allí cenamos lo que nos ha quedado de la deliciosa empanada del Mercadona mientras pongo al día el diario de hoy.
Menudo día de emociones intensas. Tantísimo tiempo deseando hacer esta ruta y ha cumplido ampliamente mis expectativas. Me siento exhausta pero feliz.
GASTOS DEL DÍA
POSDATAS
Posdata 1: todos los puntos visitados a lo largo del día están recogidos en este mapa de «Asturias variado»: ver mapa. Para PASARLO A LA APP MAPS.ME (que es la que me guía en todos mis viajes) solo tenéis que seguir estas instrucciones.
Posdata 2: todas las fotos están hechas con mi móvil Samsung Galaxy S10+ sin ningún tipo de filtro o retoque, todas en modo normal o en modo gran angular.
Posdata 3: me encantaría que dejases un COMENTARIO con tu opinión sobre lo que has leído. ¡Venga, anímate! Siempre se agradece un buen feedback…
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