Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Puedes revisar nuestra política de privacidad en la página de privacidad y cookies.
2. MARRUECOS – COMIENZA LA AVENTURA + CHEFCHAOUEN (parte 1)
(INTRODUCCIÓN) / (DÍA SIGUIENTE)
ÍNDICE
Jueves 14 de septiembre de 2017
MADRID
¡¡¡Y comienza la aventura!!!
Vamos hasta Madrid en coche pues el vuelo de vuelta desde Marrakech llega a las 16.15 horas a Madrid y teniendo cuenta que siempre puede haber retrasos de cualquier tipo, no sabría a qué hora coger el tren o el bus de vuelta, así que prefiero no arriesgar.
Nos alojamos en el hotel Don Luis, donde ya habíamos estado en un viaje anterior y que es perfecto para ir al aeropuerto ya que está a solo quince minutos. La otra vez habíamos aparcado a la primera justo delante del hotel, pero en esta ocasión eran las fiestas del barrio por lo que acabamos cogiendo el parking del propio hotel, a 10€ el día. Lo único que no me gusta del hotel es que tiene pocos enchufes en la habitación y ninguno en la zona de la mesita pero, por suerte, contando ya con este tipo de situaciones llevo un alargador de tres metros con cinco enchufes (no puertos USB) de PowerCube.
Cenamos en el Marieta de la Castellana, donde reservé online tres meses atrás (no porque haya que reservar con tantísima antelación sino porque yo soy muy previsora, jajaja). Adjunto la opinión que he escrito en TripAdvisor del restaurante: “Es la segunda vez que voy. Desde que lo conocí el año pasado no he podido dejar de pensar en sus pinxos de huevo, así que en cuanto he tenido la oportunidad he repetido y he quedado igual de encantada. En este caso nos atendió Toño, «el cordobés», muy simpático, atento y agradable durante toda la velada. Éramos dos personas y pedimos entre unas cosas y otras un total de seis pinxos de huevo (tres al principio, dos después, y uno de postre): están exquisitos.
Recomiendo meterlos enteros en la boca antes de morder para disfrutar de su sabor en su máxima plenitud sin perder una gota de yema por el camino. Pedimos también una ración de croquetas de rabo de toro: vienen seis y estaban… Espectaculares, y la salsa… ¡ñaaammmm! También escogimos el gambón envuelto en pasta kataifi: son solo dos gambas pero estaban deliciosas. Me faltaban otras seis por lo menos para disfrutar como una enana. Por último pedimos una ración de kebap que a mí me pareció que estaba bien sin más pero que a mi pareja le encantó. Y de postre… ¡¡¡Una tarta de feliz cumpleaños!!! Que mira que mi pareja es adicta al dulce, pero dijo que era el postre más rico que había tomado en su vida. Como parte «negativa» es que los primeros platos los sirvieron muy rápido pero luego hubo un parón importante entre los dos últimos que no nos hizo mucha gracia pero… De todas formas, recomendamos totalmente este restaurante tanto por la comida, como por el servicio y el sitio en sí, que es una chulada, lleno de ambiente”. (Posdata: os comento que unos años más tarde volvimos y había cambiado la calidad para mal por lo que decidimos no volver)
GASTOS DEL DÍA 1 (entre los dos)
TOTAL: 174,96€.
Viernes 15 de septiembre de 2017
TÁNGER + CHEFCHAOUEN (parte 1)
Nos levantamos temprano. Recolocamos las cosas en las maletas y las pesamos con nuestra báscula de mano para evitar sorpresas posteriores.
Envuelvo la maleta que voy a facturar en mi propio film transparente.
A continuación bajamos a desayunar a una cafetería que está al lado del hotel y que tienen buenos desayunos a buen precio y ya estamos listos para coger el coche.
Tengo reservado con Aena el parking de larga estancia de la T4. Me cuesta 55,80€ para doce noches con un descuento incluido del 10% por haber hecho la reserva a través de su aplicación. Al llegar al parking, que está a unos quince minutos del hotel, nos dicen que lo tienen casi lleno por lo que por el mismo precio podemos aparcar en el propio parking de la T4 sin necesidad de tener que esperar por el bus lanzadera y teniendo dicho parking al lado de la terminal. Aceptamos, ¡por supuesto!
Facturamos las maletas sin problema y pasamos por el control de equipajes sin que nos pongan muchos peros, aunque tuvimos suerte porque nos tocó una señora muy maja porque aunque no llevábamos más de un litro de productos por cabeza y los envases no superaban los 100 ml cada uno, no cumplía con lo de llevarlo en una bolsa de 20 x 20 cm, porque fui incapaz de meter todo lo que llevaba en una bolsa de ese tamaño, por lo que lo único que no cumplía el requisito es que la bolsa zipper era unos cm mayor que la homologada. Cuando la señora vio el tamaño y contenido de mi bolsa, trató de meterla en una de las suyas, pero no entraba ni de coña. Me dejó pasar riéndose y me sugirió que la próxima vez dividiese lo mío en dos bolsas y le enjaretase una de ellas a Nacho… Lo que ella no sabía todavía es que la bolsa que llevaba Nacho, tan cargada y del mismo tamaño como la mía… Era también mía… Se lo dije y me dijo que si alguien nos preguntaba dijese que cada uno era el dueño de una de las bolsas y ¡listo! Puede parecer excesivo lo que llevaba como básico en las bolsas, pero es que cuando fuimos a Grecia me tardaron en dar la maleta facturada dos días y estuve súper agobiada porque iba justa con las cremas del sol, y yo sin crema de sol puedo morir achicharrada…
Durante el vuelo, aunque solo dura una hora, pruebo mi nuevo reposa pies para viajes que por ahora tiene muy buena pinta y parece muy útil para vuelos largos. Lo probaré a la vuelta de nuevo para ver que aguanta bien el peso de los piernas.
A mitad del vuelo nos entregan la “fiche d’embarquement” para rellenar antes de llegar a Marruecos. Siempre es recomendable viajar con un boli encima para lo que nos pueda surgir.
Vamos al baño justo antes de aterrizar para evitar colas gratuitas al llegar al aeropuerto. Por suerte el aeropuerto de Tánger es pequeñito por lo que tras recoger nuestras maletas facturadas, ¡¡¡¡bieeeeeennn!!!! (siempre tengo cierta presión hasta que las veo salir por la cinta), pasamos el control de pasaportes donde esperamos solo unos cinco minutos de cola y pasamos sin ningún problema, tras entregar el papel que hemos rellenado en el avión.
Salimos del aeropuerto y a los cinco minutos ya vemos a Zaid (“Said”, como el de la serie de “Perdidos”), un bereber del desierto (más concretamente de Ramlia) afincado en Marrakech, de 35 años, que habla bereber, árabe, francés, español e inglés (nada menos) y que va a ser nuestro chófer y guía no oficial durante toda la aventura. “No oficial” porque es ilegal que ejerzan de guías en monumentos y ciudades en general; es más, si un marroquí va acompañado de gente extranjera por la calle, la policía le puede parar para pedirle explicaciones. Tras las debidas presentaciones montamos en el 4×4, un Toyota Land Cruiser prácticamente nuevo (lo compraron hace dos meses). Tenemos por delante tres horas de camino hasta Chefchaouen.
Nada más montar en el coche ponemos los relojes en hora atrasándolos una hora. Zaid nos cuenta que lo de seguir el meridiano de Greenwich lo hacen desde pocos años por lo que hay mucha gente que aún se sigue guiando por el horario antiguo (de una hora más) y siempre que quedan varias personas a una hora tienen que especificar si es por el horario antiguo o el nuevo.
Durante el viaje ya le voy haciendo a Zaid un montón de preguntas de distinta índole… Se va a quedar hasta las narices de preguntas a lo largo de los trece días… Me llama la atención que la gente tiende a conducir por en medio de los dos carriles de un sentido y solo se apartan en caso de que alguien les vaya a adelantar. Además se lleva mucho el adelantar en línea continua y casi a mitad de las curvas. Sí que es verdad que, como nos dijo Zaid, con la cantidad de líneas continuas que están puestas donde deberían estar líneas discontinuas, si las respetasen siempre los viajes se harían mucho más largos. Pero ojo que aunque todo el mundo se salte las líneas continuas, si la policía te ve, multan.
Antes de comer pagamos a Zaid los 1.106€ cada uno que teníamos pendientes, pues preferirnos pagarlos ya y no arriesgarnos a perderlos o a que nos roben. Además, Zaid nos cambia dinero para no tener que andar perdiendo el tiempo buscando una casa de cambio. Nos cambia 250€ y nos entrega a cambio 2.725 dirhams (1€ = 10,90 dirhams).
Paramos a comer por el camino en una especie de restaurante de carretera. Yo pensando que íbamos ya a probar la comida marroquí (pese a que en general los dos somos bastante malos comedores de cosas novedosas, me hacía ilusión probarla…), y resulta que tanto Nacho como Zaid prefieren pizza. Nacho y yo compartimos una pizza de frutos del mar, un panini (especie de sándwich) de carne picada, una tarrina de helado y una botella de agua de 1,5 litros y pagamos 110 dirhams, unos 11€.
Continuamos camino hasta llegar a Chefchaouen, llamada así por los árabes y cuyo significado es “mirar los cuernos” por las dos montañas que protegen el pueblo. También se la conoce como Chaouen (“los cuernos” en bereber) o el Pueblo azul. Sobre el porqué del azul nadie parece ponerse de acuerdo. Para unos se trata de una mera cuestión práctica pues este color ahuyenta a las moscas; para otros fueron los refugiados judíos quienes, a partir de 1930, huyendo de la Inquisición española, se asentaron en grandes cantidades en Chefchaouen y empezaron a pintar puertas y fachadas para reemplazar el color verde del Islam.
Durante el viaje aprovecho para utilizar el reposapiés colgado del reposacabezas delantero. Creo que me gusta este invento…
Cerca de nuestro destino Zaid nos explica que tanto Chefchaouen como un pueblo cerca cuyo nombre no consigo entender producen la mayoría del hachís de todo lo que se produce en Marruecos.
Llegamos a las 16 horas y nos encontramos con la mayoría de puestos cerrados ya que los viernes son los días festivos en Marruecos, aunque también los domingos, así que no me acaba de quedar claro qué es lo que se supone que cierra cada día. Al bajar del coche nos encontramos con 28° y un calor bastante sofocante. Tenemos que esperar un poco para que venga el chico del hotel a ayudarnos con las maletas y mientras vemos una pequeña pelea a patadas y tortazos entre un señor que trabajaba en un parking y un chico que se hacía pasar por trabajador del mismo. Para llegar al Riad Assilah Chaouen tenemos que caminar diez minutos a través de callejuelas empedradas cuesta arriba con las maletas. Pero el riad ¡merece la pena! Parece muy auténtico y la habitación está bastante bien, con baño propio completo (“riad” = casa de grandes dimensiones con jardín en patio abierto, no es sinónimo de hotel). Tras asearnos un poco Zaid nos acompaña a la kasbah, que se encuentra en la plaza central del pueblo (“Place Uta Hamam”),
donde también está la mezquita, a unos dos minutos caminando del riad en el que nos alojamos. Aquí ya nos despedimos de él hasta mañana tras quedar a las 12 horas en el riad. Las kasbah eran fortalezas que antes eran para la gente rica o los militares. Pagamos 10 dirhams por cabeza y la visitamos.
Es chula pero nada espectacular. En su interior hay baños de estilo turco, es decir, sin taza. No me gustan mucho este tipo de wc… De hecho la chica que tenía que entrar delante de mí, cuando vio el baño (y eso que estaba bastante limpio), decidió que no tenía tantas ganas y se fue. Hace bastante calor y me siento un poco deshidratada por lo que tras visitar la kasbah, que se recorre en unos quince minutos, vamos a tomar algo justo en la propia plaza donde se encuentra la Kasbah. Los hombres son un poco pesados insistiendo para que nos sentemos en su terraza y ofreciéndonos porros… Pese a ello nos sentamos en una de las terrazas y nos tomamos una Coca-Cola Zero, que traen en botella de plástico, y una Fanta de naranja de 350 ml que traen en una botella de cristal y que me abren con la parte trasera de un tenedor, por 10 dirham cada uno, mientras el camarero o dueño no para de intentar convencernos para llevarnos a una excursión de quince minutos en coche para ver las plantaciones de hachís. Tras refrescarnos un poco e ignorar por completo al señor, paramos en uno de las decenas de puestos que hay para comprar una botella pequeña de agua fría (3,5 dirham) e iniciamos la tournée por Chefchaouen.
Es un pueblo precioso que se conoce caminando y callejeando por esos callejones blancos y azules que nos recuerdan en parte a Santorini en Grecia. Disfrutamos un montón con la visita y nos tiramos más de 3h callejeando y sacando fotos súper chulas. Nos habían recomendado para visitar también Rass Lma, una especie de fuente supuestamente muy bonita, pero cuando por fin conseguimos llegar a través de un montón de callejones, descubrimos un sitio súper cutre y muy sucio, lleno de gente y como no le vemos ningún sentido, nos vamos a otra parte. Es cierto que no hemos visto ninguna papelera en el pueblo pero todo estaba bastante limpio (excepto por algunas cacas de perros y gatos), no sé por qué tienen la zona de la fuente tan sucia… Por cierto, que el pueblo está lleno de gatos, sobre todo de gatos bebés.
Varias personas nos ofrecen en medio de la calle comprar porros, de hecho de forma bastante insistente, y hasta un niño de unos doce años nos ofrece marihuana o cocaína… ¡Qué fuerte!
En el pueblo nos encontramos con un montón de españoles y de hecho todos los comerciantes hablan español, lo que es un fiasco para mí, porque me hacía mucha ilusión practicar francés durante este viaje…
En general notamos que los hombres miran muy descaradamente a las mujeres pero por lo menos en este pueblo y por ahora, no hemos oído ningún comentario ni mucho menos ha habido ningún tocamiento, que sí que leí por internet que según en qué zonas, veremos cosas así…
Habíamos quedado con el del riad en ir a cenar a las 21 horas, pero a las 19 horas estamos muertos de hambre por lo que nos acercamos a decirle que nos gustaría cambiar la hora para las 20 horas. Reposamos un rato en el hall y zona de wifi (sin darnos cuenta de que el wifi llega a la habitación perfectamente), poniéndonos al día con la familia. A las 20 horas nos dirigimos, guiados por el recepcionista del riad, a cenar a un sitio elegido por ellos. Se llama Bab Ssour y tiene muy buenos comentarios en Tripadvisor. El viaje que hemos contratado incluye en el precio los desayunos y las cenas y cuando le preguntamos cómo va el tema de las cenas, flipamos un poco puesto que pensábamos que sería un menú cerrado, pero en realidad nos dicen que podemos pedir lo que queramos y simplemente tendremos que pagar las bebidas. Se nos ponen los ojos como platos puesto que somos fans total de los buffet libres… Jajajaja, aunque luego la realidad es que nos hemos comportado muy bien y hemos pedido lo normal, claro. Volviendo al tema de la cena, el sitio era súper chulo aunque la temperatura había bajado bastante (hay 17°) y no me hubiese venido mal una chaquetita y un pañuelo para el cuello. Había leído en TripAdvisor que el couscous solo lo hacían de viernes (qué suerte habíamos tenido) y que era el mejor que había en Marruecos, así como que la pastela de pollo estaba increíble. El problema fue que cuando pedimos estos platos nos dijeron que solo se hacían al mediodía… Por lo que cenamos nuestro primer tajine (“tayin”), un tajine de cordero, un kebab de cordero (que era muy similar al tajine de cordero y muy diferente de los kebab que nosotros conocemos) y un tajine de gambas. Especificar que los tajine en realidad corresponden al recipiente de barro en el que se cocinan los alimentos por lo que cuando pides por ejemplo un tajine de gambas, realmente no sabes qué es lo que te van a poner, sino solo que hay gambas y que está cocinado en el tajine. De postre, como solo había dos alternativas, pedimos un yogur de cava casero que se comió Nacho porque a mí no me gustó. Debo decir que mi opinión sobre la comida no vale para mucho, ya que tanto Nacho como yo somos bastante mal comedores. Por lo tanto diré que en conjunto la comida estaba bien sin más, aunque ya digo que en TripAdvisor los comentarios son muy buenos. A la hora de marchar solo tenemos que pagar los 12 dirhams del agua. ¡¡Esto mola!!
Nos dirigimos de vuelta al hotel. Por el camino vemos mucho más ambiente del que había por la tarde y todos los puestos ya abiertos, pero es verdad que ha refrescado bastante y noto que he cogido un poco de frío en la garganta con lo cual vamos ya de retirada. Al llegar al riad acordamos con el recepcionista que desayunaremos a las 9 y media y subimos a la habitación a ducharnos, finalizar el diario y reposar, que mañana será otro día.
Decir que a lo largo del día hemos ido escuchando las llamadas para las oraciones (hay cinco en total) y se realizan en directo (no mediante grabaciones) desde la mezquita, sonando a través unos altavoces en un volumen muy alto, que duran más de un minuto. Cuando Zaid nos dice que la primera de las llamadas se realiza entre las 4.30 y las 5 am es en plan… ¿¿¿En serio??? Tenemos la mezquita pegada al riad… Jajajaja.
GASTOS DEL DÍA (entre los dos)
TOTAL: 162,50 dirhams, unos 16 €.