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5. DUBLÍN – EL MEJOR DÍA DE TODOS
(DÍA ANTERIOR)
Jueves 20 de abril de 2023
Desayunamos en el hotel como cada mañana y a las 9.45 horas nos ponemos en marcha. Vamos a visitar la parte noroeste de Dublín. Os dejo mi track de Wikiloc para que podáis seguir nuestro itinerario con facilidad.
Lo de los semáforos en esta ciudad no tiene nombre. Nada más salir del hotel hemos tenido que esperar tres minutos y veinticinco segundos para poder cruzar el semáforo que tenemos justo delante, que ha permanecido solo cuatro segundos en verde para los peatones. Es surrealista. No me extraña que la mayor parte de la gente cruce en rojo…
La aplicación del tiempo augura sol para todo el día, por lo que tenemos grandes expectativas con las visitas de hoy.
Nuestra primera parada por recomendación de Álvaro, nuestro guía del free tour del martes, es Henrietta Street como calle destacada por sus fachadas georgianas. Después de haber recorrido el otro día Pembroke Street con todas esas maravillosas puertas de colores, esta calle es de lo más simplona para mi gusto.
Al otro lado de Henrietta Street encontramos el edificio de King’s Inns (colegio de abogados) y en el parque del mismo nombre, justo delante, The Hungry Tree, un curioso banco que ha sido «comido» por el árbol. Es una imagen de lo más «instagrameable».
Ojo que el parque abre de 7.30 a 19.30 horas.
Continuamos nuestro camino y descubrimos una tetera gigante, Utah Teapot, que es de lo más fotogénica. «Es la segunda de las seis esculturas que se crearon como parte de la iniciativa «Sculpture Dublin» del ayuntamiento de Dublín. El trabajo se inspiró en la forma de la tetera de Utah, diseñada por el matemático Martin Newell en Utah en 1975. La finalidad de esta escultura es crear una pieza que pueda ayudar a definir un espacio y permitir una relación más profunda entre los residentes, los trabajadores, los turistas, los viajeros y un vecindario del centro de la ciudad«.
Salimos al río Liffey para visitar el segundo de los puentes que Santiago Calatrava ha construido en la ciudad, el James Joyce Bridge. Lo curioso de este puente es que su suelo está hecho de cristal y nos decía nuestro guía del free tour que en días de lluvia, es decir, casi siempre, la gente suele patinar y resbalar por lo que solo te falta traer un paquete de palomitas para entretenerte.
El de Calatrava no me llama especialmente la atención pero su vecino, el Rory O’More Bridge, es muy bonito con ese color azul a juego con el cielo tan maravilloso que nos acompaña hoy.
Me resulta curioso que cada puente sea distinto del anterior. El Seán Heuston Bridge también me parece muy chulo.
Pasamos frente a la famosa fábrica de cerveza Guinness cuya visita (26€ por persona) todo el mundo recomienda en Dublín. Ni a mi chico ni a mí nos llama la atención, por lo que nos la vamos a saltar. (Aquí os cuento mi experiencia en verano del 2023)
«El almacén de Guinness (Guinness Storehouse) fue construido en 1904 para ser utilizado como lugar de fermentación de la cerveza Guinness. Esta cerveza tiene una particularidad que la hace muy especial, y es que solo se elabora con cuatro ingredientes: agua, lúpulo, cebada y levadura. El almacén cumplió con su cometido hasta 1988. En el año 2000 abrió sus puertas al público para mostrar sus exposiciones. Se trata de un museo temático sobre la cerveza Guinness, de siete plantas, donde todo gira en torno a la cerveza tostada más famosa del mundo: sus ingredientes y cómo se fabrica, exportaciones, marketing, cómo se tira de forma correcta… El museo está enfocado de forma muy interactiva, dinámica y entretenida. Dicen que cualquier persona, le guste o no la cerveza, puede disfrutar de esta experiencia. En la planta baja del edificio principal (con forma de enorme pinta de cerveza) se puede ver una copia del contrato de arrendamiento de la cervecería por 9.000 años, firmado por Arthur Guinness en 1759. En la séptima planta se encuentra el Gravity Bar, un pub acristalado donde se puede disfrutar de una pinta de Guinness con unas de las mejores vistas de Dublín de fondo«.
A las 10.50 horas llegamos al Phoenix Park. «Con más de setecientas hectáreas de extensión, es el parque urbano más grande de Europa. Fue creado en 1662 como reserva de ciervos y en 1745 se remodeló para abrir sus puertas al público«.
Hemos venido hoy aquí para ver… ¡¡Ciervos!! Después de nuestra experiencia en el Jægersborg Dyrehave de Dinamarca y en el parque de Nara en Japón, traemos las expectativas bastante altas.
Nada más atravesar sus puertas ya sé que me va a encantar porque veo flores de colores preciosísimos. El parque está muy cuidado y es hermosísimo y para mí es una visita imprescindible desde ya, y eso que debemos haber recorrido unos cincuenta metros, jajaja. (En ese momento aún no sabía que la única parte ajardinada y cultivada del parque [«people’s garden»], está ubicada cerca de la entrada Park Gate…)
El parque es gigantesco y la zona por la que hemos accedido al mismo es la única donde hemos visto tanto árboles en flor como flores plantadas. Me siento un poco decepcionada puesto que esperaba grandes extensiones floridas dadas sus setecientas hectáreas…
Continuamos avanzando y nos encontramos con el Wellington Testimonial. «Se trata de un obelisco de sesenta y tres metros de altura erigido en honor al duque de Wellington, que tardó más de cuarenta años en ser construido«. Es enorme y de lo más llamativo.
Preguntamos a una trabajadora por la ubicación de los ciervos (la tenéis ya marcada en mi mapa) y nos indica que ahora mismo nos quedan un poco a desmano, a unos dos kilómetros de donde nos encontramos. ¡¡No me lo puedo creer!! Este parque es demasiado grande, con excesivas zonas con «nada» para ver… No nos queda otra opción que volver después de comer puesto que tenemos programada una visita a las 12.30 horas.
Me he quedado un poco desencantada con el Phoenix Park después de la inmensa ilusión inicial porque, fuera de la avenida principal, no hemos visto nada llamativo ni florido. Además, el hecho de que los ciervos estén a tanta distancia nos ha chafado un poco los planes…
Nos ponemos en marcha de nuevo en busca de otros lugares para explorar mientras hacemos tiempo y a la vez nos vamos acercando a nuestro objetivo de las 12.30 horas.
Encontramos un precioso conjunto de viviendas a orillas del río Liffey que me encantan, tanto por sus fachadas georgianas con sus puertas de colores, la torre monumento a Wellington de fondo, y el sauce llorón y el cerezo como guindas del pastel.
Avanzamos hasta llegar al Irish National War Memorial Gardens a las 11.30 horas. «Se trata de un parque dedicado a la memoria de los casi cincuenta mil soldados irlandeses que perdieron su vida en la Primera Guerra Mundial«. Lo hemos elegido porque nos queda de camino a la visita que tenemos contratada y porque nos ha dado una buena sensación en Google Maps.
En este parque encontramos el mayor número de cerezos en flor que hemos visto en todo Dublín. ¡¡¡Qué maravilla!!! ¡¡¡Es bellísimo!!! Me ha gustado tantísimo esta zona del parque… Sobre todo con el día tan hermoso que tenemos, con el cielo completamente despejado. Me siento sencillamente feliz.
No os exagero si os digo que saqué un total de noventa fotos y vídeos solo a los cerezos. El parque cierra sus puertas a las 19.30 horas. Os recomiendo 100% su visita si venís en primavera.
Muy a mi pesar, toca ponernos en marcha de nuevo para poder llegar puntuales a las 12.30 horas a la Kilmainham Gaol. «La antigua prisión de Kilmainham, inaugurada en 1796, ha sido la morada de muchos de los personajes implicados en la lucha por la independencia de Irlanda durante más de cien años. La cárcel continúa teniendo un lugar muy especial en la memoria de los irlandeses ya que gracias a la lucha de los valientes patriotas que fueron encarcelados y asesinados, Irlanda logró su independencia. En la prisión se mezclaba a todo tipo de personas en el mismo lugar, ya fueran mujeres, hombres o niños con pequeños delitos de robo. Las oscuras y frías celdas en las que permanecían recluidos solo se iluminaban con la tenue luz de una vela, fuente de calor insuficiente para un lugar tan húmedo y frío. Con la llegada de la hambruna de 1848, miles de personas se vieron obligadas a robar para poder comer. Esto empeoró la vida en la cárcel, pasando de mil presos (para los que estaba habilitada la cárcel) a nueve mil, haciendo que la gente malviviera hacinada. Aún así eran muchos los que se alegraban de encontrarse en prisión para poder llevarse algo a la boca. Poco antes del cierre de la cárcel, en 1924 fue liberado el último recluso, Éamon de Valera, que más tarde llegaría a ser presidente de Irlanda«.
La única cárcel que he visitado hasta ahora es Alcatraz en San Francisco, y la experiencia con su audioguía en español fue una auténtica pasada, por lo que traigo las expectativas bastante altas.
Para conocer Kilmainham Gaol tenemos contratado el tour de las 12.45 horas. En los tickets especifica que hay que presentarse con quince minutos de antelación.
Hay dos edificios:
No hay taquillas para guardar pertenencias así que me toca ir cargando con la mochila. Me indican que puedo dejar mi mochila bajo unas escaleras que están vigiladas con cámara, pero prefiero llevarla conmigo, claramente.
Nuestra guía se llama Sadhbh. Pronuncia el inglés a la perfección pero habla bastante rápido y da muchísimos datos por lo que me cuesta mucho seguirla. Considero que tengo un nivel medio de inglés y diría que no he pillado ni una cuarta parte de lo que ha contado. Suerte que Álvaro, nuestro guía del free tour del martes, nos puso al día con la historia de Irlanda y más o menos nos enterábamos de lo que nos contaba la chica, porque sabíamos la historia de antes. Si no, creo que no me hubiese enterado apenas de nada. Nos ha pasado ya con varios irlandeses, que ni ellos entienden lo que nosotros les decimos ni nosotros entendemos lo que ellos nos dicen, parece que hablamos «ingleses» diferentes.
La visita guiada a Kilmainham Gaol comienza en la capilla de la cárcel, donde Joseph Plunkett se casó con Grace Gifford poco antes de ser fusilado por participar en el “Alzamiento de Pascua”. El recorrido continúa por los pasillos que dan a las antiguas y lúgubres celdas, llegando al ala este, la zona más amplia y vistosa que podemos contemplar en el interior.
La más antigua, el ala oeste, mantiene su estado original y aún provoca escalofríos. En ella la vida era difícil y se encontraban los presos políticos y los delincuentes más pobres, a menudo encarcelados por robar comida durante la hambruna.
El ala este resulta luminosa y aireada en comparación, pero no es en absoluto lujosa. Los pasillos y las ruidosas puertas de metal conforman una estructura clásica carcelaria que permitía a los guardianes ver a los reclusos en todo momento. Ha sido escena de varias películas como: “En el nombre del padre”, “Michael Collins” o “Paddington 2”.
La última parte del itinerario llega hasta el patio en el que se llevaban a cabo las ejecuciones.
Finalizamos el recorrido por la cárcel una hora después, a las 13.45 horas. La visita me ha gustado mucho en el sentido de las dependencias que hemos recorrido, pero con respecto al tour guiado, que es solo en inglés, he tenido que centrar toda mi concentración en nuestra guía y aún así no me he enterado de mucho. En cuanto me despistaba un segundo, parecía que me estaba hablando en chino…
El hecho de que en el ala este nos haya dado libertad para recorrerlo, visitar las celdas y sacar fotos a nuestro aire, me ha parecido un puntazo. En el resto del recorrido si andabas un poco al loro, podías sacar alguna foto chula sin personas por el medio.
Una vez acabada la visita guiada se puede entrar al museo de la cárcel, en el que se muestran diferentes objetos que pertenecieron a los presos. Nosotros lo recorremos en dos minutos y en realidad no miro para él, porque estoy bastante cansada y solo quiero sentarme y comer, jajaja. El fastidio es que para llegar al restaurante que traemos seleccionado, aún tenemos que caminar casi dos kilómetros y tengo ya la espalda destrozada, ¡qué pereza!
Por fin, a las 14.15 horas y después de 9,4 kilómetros caminados desde que salimos del hotel, llegamos a un lugar que estábamos deseando conocer, el Panda Restaurant.
El local tiene siete mesas interiores y por suerte hay dos libres cuando llegamos. La carta es muy amplia y tiene gran variedad de productos para elegir. Uno de los platos que queremos probar lo traíamos claro desde hace semanas y llevamos salivando desde que lo descubrimos.
Pedimos para compartir:
La comanda sale con rapidez. Cuando probamos la hamburguesa es como, ¡¡¡oh Dios mío!!! Está deliciosa, tal y como me había imaginado. Tiene el mismo sabor que esperaba cuando vi su exquisito aspecto, bañada en una abundante salsa de queso cheddar.
Los rollitos y las patatas también están muy ricos.
No solemos pedir postre y estamos bastante llenos, pero teniendo en cuenta lo riquísimo que está todo, decidimos «arriesgarnos» y probar uno de sus postres. Encargamos para compartir un «grand gateau» (8,5€). Hay cuatro opciones para elegir:
Obviamente tenemos que elegir el de Kinder Bueno y, si la hamburguesa estaba tremenda, el postre parecía salido de otro planeta. Era una especie de combinación de Kinder Bueno con un coulant caliente de chocolate, sirope de chocolate y un Magnum de chocolate blanco clavado. Creo que ha sido el postre más rico que he comido en mi vida.
Nunca me había chupado tanto los dedos en un restaurante, jajaja. La educación aquí está reñida con el disfrute. Vaya maravilla de lugar, para mí es un imprescindible total en una visita a Dublín.
Pagamos por toda la comida y dos Coca-Colas: 37€. Me parece que la relación calidad – precio es de diez. Comida deliciosa, precios económicos, atención excelente… El único hándicap es su ubicación, porque está un poquito alejado del centro, pero muy cercano por ejemplo a la fábrica de Guinness. Tienen un segundo local al noreste de Dublín, para que lo tengáis en cuenta.
A las 15.30 horas nos ponemos en marcha de nuevo, con unos cuantos kilos y calorías de más, jajaja.
Nuestra idea es ir a visitar los «Bambis» del Phoenix Park, pero como se encuentran a unos cuatro kilómetros de donde nos encontramos, decidimos coger un taxi para ahorrarnos esa caminata gratuita. Preguntamos a los amables chicos del Panda Restaurant y nos dicen que justo en la esquina de su restaurante es un buen lugar para tomar un taxi, porque pasan muy a menudo. En dos minutos ya estamos subidos en nuestro transporte.
Pagamos 10€ a un taxista supersimpático al que, aunque nos cuesta mucho entender, desprende amabilidad por los cuatro costados, como la mayoría de irlandeses con los que hemos tratado. El taxi nos ha dejado en el Phoenix Park Monument.
Nada más bajar del coche ya podemos atisbar a lo lejos un pequeño grupo de ciervos. Se localizan «con facilidad» porque tienen varias personas a su alrededor, así que solo tenéis que buscar algún tumulto de gente si os encontráis por la zona.
Nos acercamos presurosos y encontramos una manada compuesta por trece miembros. Once de ellos son bastante asustadizos y no dejan que te acerques, pero los otros dos son de lo más sociables. Se acercan buscando comida y nos permiten interactuar y sacar un montón de fotos y vídeos. La experiencia ha sido completamente mágica.
A las 16.30 horas nos ponemos en marcha de nuevo con una gran felicidad en el interior. Cuando ya estábamos iniciando la retirada en busca de una forma para regresar al centro de Dublín, vimos a lo lejos lo que nos pareció una manada bastante grande y, por supuesto, no pudimos hacer otra cosa que dirigirnos hacia ella.
Calculamos que habría unos cien ciervos disfrutando del precioso día que nos ha tocado, algunos tomando el sol y la gran mayoría paciendo con fruición el césped.
Qué maravilla que no sean muy temerosos y, aunque no dejan que te pegues a ellos, si les dejas tranquilos se acercan bastante a la gente.
Nos llama la atención que la mayoría tienen los cuernos cortados y solo a algunos les han permitido que crezcan. No sabemos el porqué.
Nos quedamos un buen rato sentados en el césped simplemente disfrutando de lo que nos rodea, del sol acariciando nuestros rostros y del sonido de los animales mientras arrancan la hierba sin cesar. Menudo día de aventuras y maravillas que estamos viviendo.
A las 17.10 horas nos ponemos en marcha por fin, después de haber disfrutado como niños en el mundo de los «Bambis».
A setecientos metros de la entrada del parque encontramos la parada «Museum» de la línea roja del tranvía.
Sacar el ticket es muy sencillo ya que las máquinas se pueden poner en español. De todas formas os dejo un vídeo explicativo para que no tengáis dificultad ninguna.
Los billetes nos cuestan 1,70€ por persona y son válidos durante tres horas desde la hora de emisión, solamente para un trayecto. Es decir, se pueden usar dentro de las tres primeras horas desde que lo compraste, pero para un único viaje.
Nos bajamos en la parada «Abbey Street» ahorrándonos de esta forma 2,1 kilómetros de caminata gratuita.
Decidimos ir a descansar un rato al hotel para recargar las pilas después de una jornada espectacular, la mejor del viaje hasta ahora. Llegamos a nuestro alojamiento a las 18 horas después de 13,3 kilómetros de recorrido y ocho horas fuera de «casa».
Después de tres horas que se me han pasado volando, a las 21 horas nos ponemos en marcha de nuevo. Nos da bastante pereza tener que quitar el pijama pero es nuestra última noche en Dublín y todavía nos quedan un par de cosas pendientes por ver.
Como siempre, os dejo mi track de Wikiloc para que podáis seguir nuestro itinerario con facilidad.
Hemos venido a The Church, la antigua iglesia de Santa María reconvertida en uno de los pubs más populares de la ciudad. «El edificio fue construido en el siglo XVIII, cerró como iglesia en el año 1964 y abrió sus puertas como restaurante en el 2007. Como dato curioso, en esta iglesia en 1761 Arthur Guinness, fundador de la cerveza Guinness, se casó con su prometida Olivia«.
Hay un vigilante de seguridad en la puerta, pero nos ha dejado pasar sin problema ninguno. El local está lleno de gente bien vestida tomando cócteles o cenando. Nos cobran 6,80€ por una pinta de Guinness.
Un violinista y un guitarrista amenizan la velada en directo. Según los carteles informativos, The Church tiene música en vivo de domingo a jueves a partir de las 19 horas. Nuestra realidad es que al poco de llegar nosotros los músicos recogieron sus instrumentos y se fueron. Eran en torno a las 21.15 horas, así que no parece que estén más que un par de horas, por lo menos entre semana.
El lugar es de lo más curioso y merece la pena una visita. Puedo subir al segundo piso y fotografiar todo lo que quiero sin que nadie me ponga ningún impedimento.
Todos los platos que veo salir de la cocina tienen una pinta muy apetecible. Os dejo la carta con sus respectivos precios. Yo me quedé con ganas de vivir allí una cena elegante.
Cuando salimos del pub, avanzamos hasta cruzar el río Liffey aprovechando para contemplar unas preciosas estampas de los puentes con la iluminación de la calle reflejada en sus aguas.
Nos quedamos con la sensación de que el Ha’penny Bridge, pese a ser supuestamente una de las imágenes icónicas de la ciudad, a nosotros no nos ha terminado de cautivar.
Atravesamos el Merchant’s Arch, que con su iluminación verdosa nos introduce en The Temple Bar, el barrio, no el popular pub del mismo nombre. Hemos venido a contemplar el ambiente, que hay muchísimo, y las fachadas iluminadas.
Me llama la atención que todos los bares tienen personal de seguridad en la entrada. A la gente aquí le gusta beber muchísimo y se deben montar unos buenos líos a ciertas horas de la noche.
Con el empacho que pillamos al mediodía, hoy no nos apetece cenar, seguimos llenos. Así que después del paseo por la zona de ambiente, ponemos rumbo al hotel, a donde llegamos a las 23 horas, después de cuatro kilómetros de recorrido.
GASTOS DEL DÍA
TOTAL: 50,40€.
POSDATAS
Posdata 1: todos los puntos visitados a lo largo de este viaje están recogidos en este mapa. Para poder utilizarlos basta con pinchar en el enlace azul de «mapa», NO en el propio mapa.
Posdata 2: todas las fotos están hechas con mi móvil Samsung Galaxy S22 ultra sin ningún tipo de filtro o retoque, todas en modo normal o en modo gran angular.
Posdata 3: me encantaría que dejases un comentario con tu opinión sobre lo que has leído.
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