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    (ENTRADA ANTERIOR)

    Lunes 17 de abril de 2023

    Recién llegada de mi escapada a Bélgica hace cuatro semanas, hoy ponemos rumbo a Dublín (capital de Irlanda) para conocer la denominada «isla esmeralda».

    Para evitarnos cualquier tipo de sorpresa en el aeropuerto, peso en casa el equipaje con mi báscula de mano. Este pequeño aparato fue todo un descubrimiento hace ya muchos años, cuando era todo un estrés llegar al aeropuerto y descubrir que habíamos superado los kilos permitidos.

    Vamos a ir en coche desde Gijón (mi ciudad) hasta el aeropuerto de Asturias. Salimos de casa a las 9.30 horas y tardamos solo media hora en estar aparcadas en el parking Arias Aeropuerto. El funcionamiento es el mismo que el de cualquier parking de ciudad: sacamos un ticket y la barrera se levanta, pudiendo estacionar en cualquier hueco que quede libre.

    Tenemos que caminar solo trescientos metros y ya estamos dentro de la terminal.

    Pasado el control de seguridad, la azafata de Ryanair nos pide a mi chico y a mí que metamos las maletas de mano (no las mochilas) en el cubículo habilitado para demostrar que cumplen con las medidas correctas. No hemos visto que se lo pidan a casi nadie, así que les han debido de llamar la atención las nuestras, aunque sí que cumplen con las medidas. Para su peso no ha mirado nadie, como es habitual.

    El Espacio Schengen hace referencia a una zona en la que veintisiete naciones europeas diferentes reconocieron la abolición de sus fronteras interiores con otras naciones miembros y fuera de ellas para la libre circulación de personas, siguiendo una lucha contra la delincuencia mediante el fortalecimiento del sistema judicial común y la cooperación policial. Aunque Irlanda no pertenece al Espacio Schengen, un español, como ciudadano de la UE, puede entrar en Irlanda presentando su documento de identidad español. Es por este motivo que los trámites con el control de DNI y pasaportes en el aeropuerto nos han llevado un largo tiempo. No llegamos a la puerta de embarque hasta las 11.30 horas, cuando lo habitual es que tardemos solo diez minutos desde entramos en el aeropuerto.

    Despegamos sin incidencias y aterrizamos puntuales a las 12.50 horas, hora irlandesa. En Irlanda hay una hora menos que en la península ibérica, es decir, la misma hora que en las islas Canarias. 

    Activamos en los teléfonos móviles la itinerancia de datos y los dos tenemos Internet antes incluso de bajar del avión, cada uno con una compañía diferente: O2 y Simyo. 

    Pasamos un breve control de pasaportes o DNI y salimos del aeropuerto por la terminal uno (T1).

    Mi chico y yo hemos elegido ir al centro de Dublín en el autobús Aircoach. En el aeropuerto se puede coger tanto en la T1 como en la T2.

    Parada de la T1 (con texto en amarillo y rodeada en rojo) a la izquierda y de la T2 a la derecha

    Como nosotros estamos en la terminal uno, nada más salir por las puertas automáticas giramos a mano izquierda, sin desviarnos y sin cruzar la carretera hasta llegar al primer paso de peatones, que cruzamos y ahí ya encontramos la caseta para sacar los tickets del bus y los propios buses de color azul, fácilmente identificables.

    A la parada de bus de la terminal dos se llega de forma sencilla siguiendo las indicaciones de las líneas turquesa.

    Nosotros no lo sabíamos pero, al igual que en el aeropuerto de Charleroi de Bruselas, es más barato sacar los tickets del bus online en su web que en la propia caseta. En la taquilla compramos dos tickets (ida y vuelta) para el Aircoach ruta 700, por 12€ por persona. Admiten pago en efectivo y con tarjeta.

    Este autobús nos dejará en nuestro destino en solo tres paradas.

    El vehículo arranca a las 13.40 horas. Con respecto a la primera parada, ni el conductor la anuncia ni nadie se baja en ella.

    Una vez que llegamos a la segunda parada, «O’Connell Street (Gresham Hotel)», la nuestra, el conductor grita en voz alta el nombre de la misma. También hay unos botones rojos (solo dos en todo el autobús) por si quisieseis indicar que esta es vuestra la parada. Preguntamos al chófer y nos dice que NO es imprescindible tocar el timbre rojo puesto que él va avisando de las paradas. Lo que no entiendo es por qué no avisó de la primera… 

    Salimos del Aircoach a las 14.05 horas. Hemos tardado una hora y cuarto desde que bajamos del avión hasta que llegamos al centro de Dublín.

    Nosotros nos bajamos en la parada ubicada frente al Gresham Hotel, que en la foto inferior está marcada con el círculo rojo de la izquierda. El día de vuelta al aeropuerto cogeremos el bus en la parada ubicada a la derecha en la foto.

    Paradas del Aircoach en O’Connell Street Upper

    Caminamos solo trescientos metros hasta llegar a nuestro hotel, el Jurys Inn Dublin Parnell Street.

    Podemos hacer el check-in una hora antes de lo estipulado. Nos ha tocado la habitación 328 que, pese a que me sigue remordiendo porque hemos tenido que pagar 616€ por cuatro noches, reconozco que está genial: amplia y luminosa. Los alojamientos en Dublín son demasiado caros para mi gusto…

    En la máquina expendedora del hotel, entre botellas y chocolatinas encontramos un adaptador de enchufes por 7,50€, por si hay algún despistado que se haya olvidado de que en Dublín son necesarios los adaptadores para los enchufes españoles.

    A las 15.30 horas nos ponemos en marcha para nuestra primera toma de contacto con la ciudad. Os dejo mi track de Wikiloc para que podáis seguir nuestro itinerario con facilidad.

    Powered by Wikiloc

    Al lado de nuestro hotel se encuentra O’Connell Street. «Con una longitud de unos ochocientos metros, es la calle más amplia y concurrida del centro. En una ciudad de calles estrechas como Dublín, su anchura la hace muy especial. Dicen que es de los mejores lugares para ir de compras o buscar el típico souvenir de un leprechaun«.

    Nuestra primera parada de hecho es en un Carrolls Irish Gifts, donde hemos leído que es un buen lugar para comprar souvenirs y queremos empezar a valorar y comparar precios. La verdad es que la tienda es muy llamativa y tienen de todo a precios bastante asequibles.  

    Pasamos junto a The Spire, la escultura (no estructura ni monumento) más alta del mundo. Pese a ser altísima (mide 121,2 metros), es bastante poco fotogénica. Con respecto a su origen, hay dos versiones diferentes:  

    • La hicieron tan alta para que la vean los ingleses desde sus costas.
    • La luz en la punta que encienden al atardecer sería el faro que guiaría a los borrados por las noches. A pesar de que la baliza mide 2,5 metros, desde abajo se ve diminuta.

    De esta escultura parte mañana este free tour que hemos contratado con Civitatis.

    A la izquierda de la imagen superior encontramos la General Post Office u Oficina Central de Correos. «Es el edificio más representativo de la calle, inconfundible con su fachada blanca y sus seis columnas jónicas estriadas. Fue el último de los grandes edificios públicos de la arquitectura georgiana erigidos en la capital. Su valor arquitectónico no es excesivamente especial, pero sí su valor histórico, ya que allí fue donde los revolucionarios del Levantamiento de Pascua de 1916 proclamaron la independencia de Irlanda. La revuelta acabó con sus principales líderes detenidos y condenados a muerte y la declaración de independencia como un documento testimonial. Este hecho sentó las bases de la independencia futura«.

    Continuamos avanzando hasta llegar al río Liffey y vamos bordeándolo por su margen derecho en busca del Ha’penny Bridge o puente del Medio Penique. Algunas de las curiosidades de este puente nos las contaron en el free tour de mañana:

    • Construido en 1816, fue el primer puente peatonal construido sobre el río en la capital irlandesa, y el único hasta 1999 que se abrió el Millenium Bridge. 
    • Antes de que se construyese el puente, había un sistema de humildes barcas que cruzaban a la gente de uno a otro lado. Con el tiempo las barcas se fueron deteriorando por lo que se decidió construir un puente, permitiendo a la gente cruzarlo pagando la misma cantidad que costaban las barcas: medio penique. El regidor de la ciudad retiró las barcas y fue compensado con tres mil libras y la autorización de cobrar medio penique a todas las personas que cruzasen el puente durante los cien primeros años desde su construcción.
    • Al principio las personas cargaban encima a sus familiares para pagar solo por una persona. A raíz de este hecho instalaron unos arcos en el camino que impidiesen pasar a más de un viandante.
    • Como en otros puentes del mundo, los turistas tienen la costumbre de poner el candado de los enamorados. Una vez a la semana un funcionario corta y retira todos los candados para evitar que el puente se deteriore por el exceso de peso.
    • Fue restaurado hace unos años por la empresa que construyó el Titanic.
    • Este puente es una de las grandes postales de la ciudad
    • Las fotos del atardecer desde allí se ven espectaculares.
    Rotulados en rojo los arcos que impedían pasar a una persona encima de otra

    Nosotros lo cruzamos junto con una marabunta enorme de gente, aunque es cierto que pocos segundos después se quedó prácticamente vacío y pudimos sacar mejores instantáneas. Dicen que es una de las imágenes icónicas de la ciudad, pero a mí en esta primera visita no me ha resultado especialmente llamativo. 

    Continuamos paralelos al río, dejando el Four Courts o Palacio de Justicia a mano derecha, cuya construcción me recuerda a la oficina central de Correos por la que pasamos antes. «Aquí se encuentra la Sede del Tribunal Supremo, el Alto Tribunal y el Tribunal Central Criminal de Irlanda. En la zona central posee un pórtico con seis columnas corintias teniendo en la parte superior del edificio una linterna con cúpula de cobre«.

    Nos cuesta un poco cruzar las carreteras porque algunos de los semáforos apenas duran tres segundos en verde para los peatones. Es surrealista…

    Vamos en busca de The Brazen Head. En su propia fachada dice que es el pub más antiguo de Irlanda, ya que data de 1198. Entramos a echar una ojeada y la verdad es que es interesante para unas fotos rápidas.

    Me parece muy curiosa la cantidad de autobuses que hay: muy coloridos y la mayor parte de ellos de dos pisos.

    Seguimos dando un paseo hasta que nos encontramos con la Saint Audoen’s Church. «Declarada Monumento Nacional, fue construida entre 1181 y 1212 y es una de las iglesias medievales más antiguas de Irlanda«.

    Al instante me enamoro de su coqueto y pacífico patio que es como un oasis en medio de la ciudad. Tiene dos enormes xilófonos para hacer juguetear con ellos, además de un pequeño campo de coloridos tulipanes. 

    El parque cierra por las noches. El horario varía entre las 16.30 horas en los meses con menos luz y las 21.30 horas en junio y julio.

    En la parte de atrás, en Cook Street, podemos encontrar parte de la antigua muralla de la ciudad, construida en el año 1240.

    De la Saint Audoen’s Church avanzamos hasta la Christ Church o Catedral de la Santísima Trinidad. «Es la más antigua de las dos catedrales protestantes de Dublín. Se puede visitar su interior por 10,50€. Esta entrada incluye el acceso a la cripta más larga de todo Reino Unido e Irlanda, con sus sesenta y dos metros de largo«.

    Me parece de lo más fotogénica, entre otras cosas, por ese coqueto puente de piedra construido en 1870, que comunica la catedral con Synod Hall, el lugar en el que se encuentra la sala de exposiciones vikingas de Dublinia. En ese museo podréis encontrar representaciones, no restos reales, del mundo vikingo.

    Dublinia al fondo a la izquierda

    Puesto que no nos queda lejos, nos acercamos hasta la segunda de las catedrales ubicada en el lado sur del río Liffey, la catedral de San Patricio. «Se construyó junto a un pozo en el que, según cuenta la leyenda, San Patricio bautizaba a aquellos que se convertían del paganismo al cristianismo. Por 9€ se puede acceder a su interior, donde podemos encontrar estandartes de la primera guerra mundial, la tumba del autor de los viajes de Gulliver porque fue capellán aquí, así como un mosaico de colores en el suelo«.

    Cuando llegamos al parque de la catedral, nuevamente me enamoro al instante. Se ve precioso con el césped tan verde, el cielo azul, el sol iluminándolo todo, las gaviotas bañándose en la fuente y ese maravilloso cerezo de espectaculares flores rosas. Sacamos docenas de fotos desde todas las perspectivas posibles. Para mí es una visita totalmente imprescindible tanto la catedral como su adorable parque.

    Cuando estamos completamente saciados de su belleza, nos ponemos en marcha de nuevo. Nosotros no lo sabíamos, pero a pocos metros se encuentra la biblioteca Marsh. Nuestro guía nos contó al día siguiente que se trata de la biblioteca pública más antigua de Dublín. Por lo visto no suele haber nadie en su interior. Hay que pagar 5€ para acceder y existe un ticket que combina la entrada a la catedral de San Patricio con la de la biblioteca. Cierra a las 17 horas, como la mayor parte de lugares públicos visitables.

    Nuestro objetivo es Harcourt Street, de la que leído que: «muestra los mejores ejemplos de arquitectura georgiana de la ciudad, con sus fachadas de ladrillo y sus típicas puertas«.

    La «arquitectura georgiana» es el nombre dado en los países de habla inglesa al estilo arquitectónico llevado a cabo entre 1720 y 1840, llamado así por los cuatro reyes británicos llamados Jorge (George) que reinaron en el Reino Unido desde 1714 hasta 1830.

    Disfrutamos un montón del paseo por la calle, sobre todo por la cantidad de puertas de colores que podemos fotografiar. Merece la pena una visita.

    Hay dos teorías que explican el porqué de las puertas de colores de la ciudad:

    • Cuando en Reino Unido falleció el príncipe Alberto, la reina Victoria ordenó al pueblo que en señal de luto pintase las puertas en color negro y los irlandeses, como acto de rebeldía, las pintaron de colores.
    • Irlanda es el segundo país más consumidor de cerveza del mundo y cuenta la leyenda que un señor muy borracho regresó a su casa y al llegar se encontró en la cama a su supuesta mujer con un supuesto amante y los mató a los dos. Cuando se despertó de la borrachera se dio cuenta de que había matado a sus vecinos y, a raíz de ahí, todo el mundo pintó las puertas de colores para que la historia no volviese a repetirse y los borrachos supiesen identificar con facilidad sus hogares. 

    Al finalizar Harcourt Street enlazamos con Iveagh Garden. Venimos hasta este parque porque tenemos anotado que hay una cascada en su interior, y yo soy fan total de cualquier tipo de cascada o salto de agua.

    Lo primero que nos encontramos al atravesar la puerta es el jardín de rosas que por desgracia no parece tener ninguna ahora mismo y, a mano izquierda, un pequeño y fotogénico laberinto.

    Continuamos avanzando y pronto escuchamos el sonido del agua caer. No nos esperábamos la cascada así de alta y bonita y hemos quedado encantados con ella.

    El resto del parque no nos parece especialmente llamativo pero, con la cascada y el mini laberinto, a mí ya me ha conquistado.

    A las 19.10 horas, después de 7,2 kilómetros recorridos y casi cuatro horas sin dejar de caminar (excepto para sacar docenas de fotos), nos encontramos bastante cansados, por lo que decidimos empezar a desandar camino rumbo al hotel y dejar el resto de visitas que tenemos por los alrededores para otro día.

    El destino y Google Maps quieren que el recorrido lo hagamos por Grafton Street. Se trata de una de las calles peatonales más importantes y concurridas de toda la ciudad, además de una de las mejores zonas de compras. Es famosa por los «buskers» o músicos callejeros. Aquí ha tocado Ed Sheeran, nos han dicho que cada Nochebuena toca Bono…

    La calle es bonita para pasear y tiene mucho ambiente.

    Por suerte para mí y por desgracia para mi chico (jajaja) nos encontramos con una tienda Disney que tengo que recorrer centímetro a centímetro. Tienen varias figuras a tamaño humano de los protagonistas de algunas de mis pelis favoritas con las que disfruto como una niña. Soy fan total de Disney (tengo un Mickey Mouse tatuado en un tobillo) y he disfrutado muchísimo con esta visita.

    Ya que estamos por la zona y, aunque estamos cansados, no podemos desaprovechar la oportunidad y nos acercamos hasta Anne’s Lane donde teníamos marcada en mi mapa una estampa de lo más «instagrameable», The Umbrellas. Cuando llegamos, supera totalmente mis expectativas porque es tan colorida y pintoresca que no puedes dejar de sacar instantáneas. 

    Me ha gustado muchísimo y os lo recomiendo sin lugar a dudas si sois unos frikis de las fotos como nosotros. Además hemos tenido muchísima suerte porque no había nadie y lo hemos tenido entero para nosotros para sacar muchas fotos divertidas.

    Son las 19.45 horas y ahora sí que sí, estamos agotados y muertos de hambre, por lo que aprovechamos que hemos encontrado una hamburguesería Bunsen al lado de los paraguas. Era uno de los restaurantes recomendados que traíamos para probar en Dublín, así que pedimos mesa y en pocos segundos ya estamos sentados en el interior.

    La carta es diminuta por lo que la elección es rápida. Los toppings son gratuitos.

    Nos pedimos:

    • Una doble cheeseburger con patatas fritas «hand cut».
    • Una cheeseburger con patatas fritas «shoestring». 

    Nos ponen una jarra de agua del grifo sin necesidad de pedirla, lo que es genial porque yo siempre como con agua. Que no hubiese beicon para añadir a la hamburguesa para mí ha sido un punto muy negativo; en cambio mi chico ha quedado bastante contento con la cena. Pagamos 31,55€ por la comida y una Coca-Cola.

    A las 20.30 horas nos ponemos en marcha de nuevo. Nos encontramos con un edificio de un estilo similar a la Oficina Central de Correos y al Palacio de Justicia, el Banco de Irlanda, en la que fue la sede del Parlamento Irlandés hasta el año 1800.

    Hacemos una breve parada en el supermercado Lidl ubicado en la misma manzana de nuestro alojamiento para comprar provisiones para los desayunos, y llegamos al hotel a las 21 horas, después de 9,8 kilómetros y cinco horas y media fuera de «casa».

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    Al principio no tenía ninguna expectativa con respecto a Dublín puesto que tras comprar los vuelos todo el mundo nos decía que no merecía nada la pena venir… Hoy he quedado gratamente satisfecha y sorprendida, y con muchas ganas de seguir explorando mañana la ciudad.

    GASTOS DEL DÍA

    • Billete tren Aircoach (ida y vuelta) x 2: 24€.
    • Bebidas: 3€.
    • Cena Bunsen: 31,55€.
    • Lidl: 5,43€.

    TOTAL: 63,98€

    POSDATAS

    Posdata 1: todos los puntos visitados a lo largo de este viaje están recogidos en este mapa. Para poder utilizarlos basta con pinchar en el enlace azul de «mapa», NO en el propio mapa.

    Posdata 2: todas las fotos están hechas con mi móvil Samsung Galaxy S22 ultra sin ningún tipo de filtro o retoque, todas en modo normal o en modo gran angular.

    Posdata 3: me encantaría que dejases un comentario con tu opinión sobre lo que has leído.

    Puedes seguirme en mi INSTAGRAM para estar al día de todas mis aventuras.

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