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    Los viajes de Ali Fog 23 de septiembre de 2017 0 comentarios

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    Sábado 23 de septiembre de 2017

    DESIERTO DE MERZOUGA (parte 2)

    Nos levantamos a las 8.40 horas. Desayunamos rápido, porque tengo muchas ganas de rebozarme de crema del sol para poder salir al exterior y empezar a disfrutar de este día, que llevo esperando desde que contratamos el viaje. Tengo las expectativas muy altas puestas en el día de hoy. El cielo está completamente azul. Iniciamos la ruta a las 10.15 horas. Metemos las maletas en el 4×4. Hoy nos acompañará un amigo de Zaid, Mohamed, de 20 años y desbordante de energía… ¡Me gusta!. Cuando arrancamos, de fondo en el 4×4 suena “no cambié”, de Tamara seis dedos… Jajajaja, ¡¡¡¡qué fuerte!!!! 

    KHAMLIA

    Nuestra primera parada es el pueblo de Merzouga. Damos un paseo, pero no hay mucho que ver. En 15 minutos nos dirigimos a Khamlia, antiguo pueblo de esclavos negros, pero que ahora viven en libertad y son famosos por su música, llamada “Cnaoua”, creada con tambores, guitarras y castañuelas. Durante todo el trayecto por carretera, tenemos las dunas de Erg Chebi a nuestra izquierda. ¡¡¡¡Me están llamando!!!! Acudimos a ver el espectáculo de danza y música, acompañados de otros turistas.

    [El festival anual del pueblo, llamado “Sadaka” (= una ofrenda religiosa), se realiza durante tres días cada verano (julio o agosto). En las semanas que preceden al festival, los Gnaouas piden donativos en forma de azúcar, té, comida o dinero a sus vecinos bereberes y a otros pueblos cercanos. El primer día del festival se sacrifica un cordero, y los donativos recaudados se usan para preparar un couscous enorme para todos los presentes. Se toca la música durante tres días, día y noche. La intención del Sadaka, es la de curar a los enfermos y obtener el “Baraka”, una bendición divina, a través de la música y la danza. Algunas personas llegan a entrar en un estado de trance transitorio, gracias al ritmo incesante de los tambores y los cantos. La música en Khamlia es la esencia del lugar, a manos de la tribu Gnaoua. Durante los años 90, la música llegó a ser tocada sólo durante el Sadaka o en eventos familiares específicos como bodas y bautizos. En esta época, el patrimonio musical estaba en decadencia y sólo la tocaban los padres de familia. De esa forma, se corría el riesgo de que un símbolo cultural tan importante se infravalorara y desapareciera de manera eventual. Por ese motivo, Zaid Oujeaa, decidió comenzar enseñar música a los niños y jóvenes de Khamlia. Él mismo había aprendido de su tío, fabricando sus primeros “Iquarquachin” con latas de sardinas. Su objetivo era la promoción y la protección de la cultura musical y el patrimonio de su pueblo. En el año 1995, en la casa familiar de los Oujeaa se formó el grupo “Les pigeons du sable” (las palomas del desierto). Desde entonces, la familia recibe a turistas marroquíes e internacionales para escuchar dicha música. El efecto que ha surtido el grupo musical ha sido muy positivo para la economía de khamlia]. Me gusta, porque se ve que los músicos lo disfrutan y eso se transmite. Quedamos un ratito viéndolo, mientras nos tomamos un té. Al marchar, dejamos 50 dirham, pues viven de la ganadería y, desde hace poco tiempo, el turismo les echa una mano.

    Vemos una caravana de dromedarios y Mohamed me consigue tranquilamente uno para sacarnos unos fotos. ¡¡¡Bieeeeen!!! ¡¡¡¡¡Desbordo felicidad por los cuatro costados!!!!! ¡¡¡Me encantan las caravanas de dromedarios en medio del desierto!!! Es todo tan auténtico… Es una sensación difícil de explicar, pero maravillosa, me sentaría en la arena y me quedaría ahí solo mirando y disfrutando durante media hora tranquilamente… 

    Pero continuamos la ruta y paramos en un pozo del que sacamos agua al bebedero para que tengan los animales.

    Me encanta ir de rally con el 4×4 (aunque Zaid no pisa a fondo muy a menudo, cuando lo hace, disfruto como una enana). Nos dejan en un antiguo pueblo francés abandonado, y vamos dando una vuelta a nuestro aire. Está todo lleno de moscas. Nos explican que es porque estamos en tiempo de dátiles.

    Paramos en una zona negra del desierto, con una acacia y las dunas de Erg Chebi de fondo. Zaid nos dice que es la mejor foto de todo el desierto, por lo que nos sacamos unas cien (por culpa de las ráfagas, claro, jajajaja).

    Acudimos a un pequeño campamento donde vive un hombre con sus tres mujeres y sus nueve hijos.

    Mohamed nos propone tomar el té aquí pero con el calor que hace declinamos amablemente su oferta. Supuestamente la poligamia ya no está tan extendida por Marruecos y Zaid nos contó el primer día que los hombres pueden tener hasta cuatro mujeres, pero que la primera mujer tiene que dar permiso para que vaya teniendo a las siguientes y, además, el hombre está obligado a darle exactamente lo mismo a todas en sentido material, es decir, si a una le pone una casa, a cada una de las otras también les tiene que poner una casa pero, en este caso, por ejemplo, no se cumple nada de esto y viven todas en el mismo día lugar.

    Subimos hasta un mirador donde, por supuesto, hay unos hombres vendiendo souvenirs en el “Corte Inglés bereber”, según nos explican ellos mismos.

    Hoy comeremos en casa de Mohamed. Justo cuando estamos llegando, vemos a un montón de niños de unos doce años jugando pero, cuando nos fijamos mejor, vemos que uno se está masturbando tranquilamente al lado de los demás… ¡Qué cosas! Entramos en casa de Mohamed y nos llevan a una salita con aire acondicionado y wifi, donde hay también cinco turistas rusas que vienen con un familiar de Mohamed, que es guía turístico. Me lavo las manos con una jarrita de agua pero sin jabón, menos mal que me traigo el desinfectante, porque después de haber tocado al dromedario… Echo de menos haberme traído un pequeño bote con jabón para lavarme las manos, al igual que traje el de desinfectante, ya que en muchos de los baños a los que vamos, o no hay jabón, o es una pastilla que usa todo el mundo y da un poco de asquito. Nos descalzamos y nos sentamos en los sofás.

    Mohamed trae un montón de comida que ha preparado su familia y está… ¡¡¡¡Deliciosa!!!! ¡¡¡Bien!!! Una empanada rellena de huevo cocido, aceitunas, cebolla, tomate, carne… ¡¡Ñaaaamm!! Y además como saben que somos muy repugnantes, nos han hecho para nosotros un pollo a la brasa, que además ¡¡¡está buenísimo!!! ¡¡¡¡Qué majos!!!! Además hay verduras y una especie de callos, pero eso ya pasamos de comerlo… Jajajaja. Lo hemos disfrutado un montón, éramos uno más de la familia. Le decimos a Zaid de pagar la comida o dar algo de dinero a Mohamed, pero se niega en redondo y dice que estamos invitados.

    Después de comer, de nuevo nos ponen un té y a las 15 horas estamos en ruta. Nos llevan hasta el Hôtel Nomad Palace, donde quedamos tomando el sol hasta las 17.40 horas. El hotel, en ciertas zonas parece aún en construcción y las vistas no son muy espectaculares, puesto que hay zonas como de obras con algunos escombros justo delante de las dunas, pero bueno, por lo menos descansamos un poco en las tumbonas y nos dimos un baño, aunque solo uno, porque el agua estaba bastante fresquita. Está lleno de moscas cojoneras que no paran de intentar meterse en los oídos y la boca… Qué pesadas, pfff… Además llega un grupo de alemanes que no paran de reírse a voces y me resulta bastante molesto… La verdad es que estoy un poco agobiada por el calor y debo estar un poco repugnante.

    Hemos quedado con Zaid a las 17.40 horas. Nacho decide ducharse antes aunque yo paso, porque para montar en dromedario por medio del desierto, no creo que sea necesario ducharse primero. El caso es que cuando acaba de ducharse, no consigue abrir la puerta para salir y tiene que pasar por encima hasta la ducha de al lado. Como todas las casas y paredes están hechas de barro y adobe, queda completamente lleno de barro, por lo que tiene que volver a ducharse. Es muy gracioso verle completamente rebozado. Cuando llegan Zaid y Mohamed, nos llevan hasta la caravana de dromedarios que nos van a adentrar en el desierto, hasta el campamento Camp Bouchedor, pero antes hacemos un pequeño rally por la orilla de las dunas, ya que yo pensaba que íbamos a subir hasta las dunas en todoterreno y me había quedado un poco triste por no poder experimentarlo. ¡Mola mucho! Qué pena que el coche no pueda subir las dunas…

    Al llegar a la zona de dromedarios vemos más de cincuenta, separados por grupos.

    Zaid nos explica que las maletas nos las llevarán en un 4×4, por lo que decidimos qué es lo que queremos llevar a las jaimas y qué es lo que dejaremos en el coche de Zaid. Yo me lo llevo prácticamente todo y Nacho solo una mochila. A la hora de montar en dromedario, nos asignan a Hassan, que será el guía de los dos dromedarios que nos corresponden (Bob Marley y Scooby Doo). Estos conforman por sí mismos un pequeño grupo de dos.

    La verdad es que no tenía muchas expectativas en esta marcha en dromedario, porque al final estas cosas siempre son súper turísticas y, además, los animales suelen ser muy incómodos pero al fin y al cabo no deja de ser una experiencia que hay que vivir cuando se va de viaje.

    Además es todo un espectáculo ver cómo van los chinos, con mascarillas, guantes, velos en la cara y hasta capas pero, lo mejor de todo es que el cielo está completamente nublado y no da nada de sol. Igual son un poco exagerados… Como digo, el cielo está completamente nublado, con lo cual es bueno en el sentido de que no pasamos calor durante los 40 minutos que dura la caminata, pero es un fastidio porque nos perdemos completamente el atardecer. ¡Qué pena! Cuando el dromedario se pone en pie, lo encuentro todo muy inestable, pero es cierto que a los pocos minutos ya le he cogido el tranquillo y luego no me da ningún miedo. Tras unos 40 minutos de caminata a través de las dunas y de un paisaje que nos maravilla, pese a que no hay sol que lo ilumine, paramos a 5 minutos de nuestro campamento para subir a una duna y sacar unas bonitas fotos de recuerdo.

    CAMPAMENTO CAMP BOUCHEDOR

    El campamento está formado por ocho jaimas para clientes, una jaima principal, y dos jaimas para la gente que trabaja aquí;

    además está protegido por tres gatos domésticos. Me sorprendió verlos por aquí, con collar y todo. Pero seguro que a quien más le sorprendió fue a una turista que era alérgica a los gatos y a la que le estropearon toda la noche. Cuando entramos en nuestra jaima, flipamos, tenemos una cama matrimonial, dos camas individuales, baño y ducha con agua muy caliente; además, encima de la cama nos han puesto las toallas con forma de corazón y flores secas alrededor. ¡Es una pasada! 

    Como aún no ha anochecido, nos sentamos en la zona del campamento para socializar un poco. El caso es que no me siento muy cómoda, quizás porque todo el viaje ha sido completamente privado (sin más turistas,) y, en parte, porque la gente, quizás por amabilidad, por el hecho de ser nosotros españoles nos empiezan a poner las canciones de España en su lista de Spotify, pero a mí la verdad es que me molesta bastante, puesto que he venido aquí a relajarme y a tratar de escuchar el silencio, no música española que ni siquiera conozco, por lo que decidimos subir a una duna cercana y tumbarnos en la arena ahora que ya ha empezado a anochecer. La pena es que hay como neblina y las estrellas no se ven guay. De todas formas, nos quedamos ahí hasta la hora de la cena, tratando de disfrutar de las pocas estrellas que podemos ver.

    A la hora de la cena, en la jaima principal, ya socializamos un poco más y nos echamos unas risas con los compañeros que son prácticamente todos de distintas partes de Sudamérica. El menú que tenemos para cenar consta de tres platos. De primero tenemos sopa de verduras que, aunque la probamos, no nos gusta… De segundo, pollo a la brasa que está muy bueno, con arroz blanco y, de tercero, cordero como guisado, con verduras, que no me da más. De postre, fruta. Pagamos 40 dirham por dos botellas grandes de agua.

    Mientras el resto acaba de cenar, volvemos a las dunas a contemplar las estrellas, parece que el cielo ha despejado un poquito. Cuando empezamos a oír el sonido de los tambores en nuestro campamento (ya que llevamos un buen rato escuchándolo en los campamentos de los alrededores), bajamos a ver el espectáculo de los bereberes cantando y tocando los tambores a la luz de la hoguera.

    Nos llama la atención que después de tocar un rato, todos ponen los tambores al fuego, para tratar el cuero de alguna manera.

    El caso es que luego los bereberes empiezan a interactuar con los turistas, enseñándonos a tocar los tambores, y acabamos haciendo un mini grupo con Hamed y Tina. Hamed nos explica que los bereberes no viven noviazgos, simplemente se fijan en una chica y, si les gusta físicamente, no pueden siquiera hablar con ella y tienen ya que ir a pedirle matrimonio a su familia. Pero él nos cuenta que después de trabajar con gente extranjera y ver que nosotros pasamos un noviazgo y nos conocemos antes de casarnos, él no se ve preparado para seguir las costumbres de su pueblo y casarse con una chica bereber sin conocerla de nada. Pobre, tiene la cosa un poco difícil.

    Parece que las estrellas se ven más nítidas, por lo que subimos de nuevo a la duna, en este caso los cuatro, y nos tumbamos a contemplarlas. Vemos una estrella fugaz súper larga, pero tengo que decir que he salido decepcionada de este día, ya que no hemos podido ver el atardecer ni las estrellas en su máximo esplendor, aunque es verdad que cuando tienes muchas expectativas puestas en algo, es difícil que se suelan cubrir. ¿Que si he disfrutado el día de hoy? En parte sí, claro, pero como era el día que más esperaba de todo el viaje, salgo un poco triste de la experiencia… Me hubiese faltado ir en 4×4 por las dunas y sacarnos fotos chulas como había visto en Facebook, ver un atardecer de escándalo, y las estrellas en su máximo apogeo… Pero bueno, no todo puede salir siempre como uno espera por lo que, como no pierdo la esperanza, pongo el despertador para las 6.15 horas, para lavarme el pelo para estar guapa para la boda, y para ver si conseguimos ver un amanecer de escándalo… 

     A ver si hay suerte… Nos duchamos para quitarnos las toneladas de arena de todo el día y nos vamos a dormir. Son las 00.11. Nacho lleva como 40 minutos durmiendo, pero yo quería poner al día el diario.

    GASTOS DEL DÍA

    • Propina Les pigeons du sable: 50
    • Cena: 40

    TOTAL: 90 dirhams, unos 9 €.

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