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    Los viajes de Ali Fog 18 de septiembre de 2017 0 comentarios

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    Lunes 18 de septiembre de 2017

    FEZ

    Me levanto a las 7 am para ir organizándolo todo con calma. Mi idea era bajar a desayunar a las 8 en punto por lo que Nacho, por supuesto, se levanta a las 8 menos 3 minutos… ¡Qué tío! Hay que bajar a desayunar con sudadera y pañuelo al cuello, porque está bastante fresco. Tras desayunar y acabar de recoger, nos ponemos de nuevo en camino, rumbo a Rabat.

    Por el camino, paramos a repostar y me llama la atención que llenar el deposito cuesta más o menos como en España, unos 75 – 80€. Yo creía que los precios aquí en general iban a ser más bajos. Por suerte, la gasolina está incluida en el precio total del viaje contratado y no nos toca a nosotros desembolsar. Lo hablo con Zaid y nada, que era yo la que estaba totalmente despistada al haber estado el año pasado en Tailandia. La realidad es que los precios de todo en general aquí son muy similares a los de España, o incluso peores, pues resulta que el seguro del 4×4 les cuesta 800€ al año y ni siquiera les cubre la rotura de lunas… ¡Flipo! 

    RABAT

    Cerca de Rabat, Zaid nos comenta que en esta ciudad la gente tiende a dar mal las direcciones adrede cuando se les pregunta. Además, en su opinión, se creen superiores por ser de la capital; mientras que comenta que en Casablanca es todo lo contrario.

    Llegamos a Rabat a las 11.45 horas. No he leído nada de esta ciudad, por lo que no tengo ningún tipo de expectativa. Nuestra primera parada es la kasbah des Oudaya, cuya visita es gratuita. Zaid nos dice que no hagamos caso de los que nos vengan a hablar, porque tratarán de sacarnos dinero. Nada más entrar, un chico nos indica en qué orden hay que hacer la visita. No sabemos si fiarnos o no, pero le hacemos caso, y tenía razón. Es nada más entrar en la kasbah, a mano izquierda.

    Inicio de la visita

    ¡¡¡Me encanta lo que estoy viendo!!! No me lo esperaba para nada y es como haber entrado en el pueblo pitufo. Rollo Chefchaouen, super bonito y lleno de gatitos bebé (los grandes deben de comerlos, porque solo vemos dos…). ¡¡¡Me encanta muchísimo la visita!!! 

    En uno de los callejones sin salida en que nos metemos sin saberlo, aparece un señor mayor que empieza a darnos explicaciones de lo que estamos viendo y luego nos invita a ir a su casa, que supuestamente está justo donde estamos nosotros y tiene unas vistas espectaculares. Cuando rechazamos la invitación, insiste bastante y luego nos pide dólares, así, en general. Por supuesto no le damos nada y nos vamos. De la que estamos volviendo hacia la entrada, le pido a Nacho meternos en el callejón que más me ha gustado, pero cuando hemos avanzado unos metros a través de dicho callejón, detrás de nosotros entra un chico con mala pinta. Nacho tiene un mal presentimiento y decide parar y dar la vuelta. El chico camina un par de metros más, nos mira y da la vuelta saliendo rápido del callejón. La visita la realizamos en unos 30 minutos y, quitando esas pequeñas anécdotas, me marcho encantada de lo que he visto. Decir que el azul es mi color favorito, y eso ayuda mucho.

    Nuestro siguiente destino es un recinto en el que se encuentra la Torre Hassan, la antigua mezquita y el Mausoleo con la tumba de Mohamed V, primer rey del Marruecos independiente, en el que está enterrado también su hijo y sucesor Hasan II, padre del actual rey. En su interior hay un montón de columnas que pertenecen a las ruinas de la antigua mezquita, que fue decayendo hasta quedarse en las ruinas que se ven hoy debido a la erosión provocada por el devenir del tiempo, saqueos, incendios y el terremoto de Lisboa de 1755. La torre Hassan es la hermana marroquí de la Giralda de Sevilla.

    La entrada es gratis, es una visita rápida y nos parece super chulo. Además, hay varios guardias con uniformes llamativos, con los que nos podemos sacar fotos. ¡Mola!

    De aquí nos vamos ya a Casablanca. Son las 12.45 horas. Nos lleva media hora salir de Rabat, por su caótico tráfico, en un sálvese quien pueda… No creo que nosotros nos animásemos a conducir por Marruecos un coche de alquiler… Es cierto que aún no hemos visto ningún accidente, pero “casis” los ha habido a montones. Una cosa que nos llama la atención y que ocurre sin parar, es que cuando se está parado en un semáforo en rojo y justo cuando se acaba de poner en verde, antes de que pase siquiera un segundo, la gente de atrás ya empieza a pitar. Pero literal, sin exagerar. A veces pitan incluso cuando está aún en rojo y justo se va a poner en verde.

    Nos comenta Zaid que en Marruecos hay que pagar la gasolina de las ambulancias públicas. Pero no solo eso, sino que si al iniciar el viaje hacia el hospital no tienen suficiente gasolina, llevan al paciente al cajero primero para que pague el repostaje. Si hay gasolina suficiente desde el principio, el paciente la puede pagar después de llegar al hospital. ¡Muy fuerte! 

    CASABLANCA

    Llegamos a Casablanca a las 14.30 horas y comemos en un sitio sin más que Zaid elige porque conoce al dueño y por su cercanía con la mezquita, ya que no tenemos claro a qué hora permiten la última entrada de los turistas. Se trata del Restaurant Chez Réda. Comemos los tres juntos. Nacho y yo pedimos para compartir una pizza cuatro quesos, un panini de pollo y una mousse de chocolate. La comida nos cuesta 230 dirham.

    De aquí nos dirigimos hacia la mezquita, que por fuera es realmente impresionante y bonita.

    Nos despedimos de Zaid y Nacho y yo nos dirigimos a sacar la entrada. Cuesta 120 dirham por persona y tenemos que esperar 20 minutos hasta las 16 horas que es la próxima visita guiada. Hay que esperar en una salita que está justo donde se compran las entradas. En esta salita hay distintos carteles con los nombres de distintos idiomas. En principio hay que esperar al lado del cartel que corresponde a nuestro idioma, pero como sólo hay unas seis sillas, todos intentamos ocuparlas, por lo que luego los guías no saben de qué idiomas hay que hacer el tour. Que conste que toda esta información la descubrimos después, ya que de hecho Nacho y yo pensábamos que la visita era por libre y empezamos a meternos en las salas por nuestra cuenta, pero como no sabíamos qué recorrido seguir, subimos otra vez a preguntar al que nos vendió las entradas y ahí nos enteramos ya de todo. El caso es que se van todos los grupos con sus distintos guías y Nacho y yo nos quedamos solos en la salita, al lado del cartel de italiano sin darnos cuenta. Tengo que ir a preguntar de nuevo al señor que nos vendió las entradas y él nos llama a un guía que habla español. De repente aparece una familia de tres brasileños que se juntan también al tour en español. El guía nos comenta que en invierno sólo se hacen cuatro visitas al día y en verano seis. Las visitas dentro de la sala de oraciones son únicamente con guía, y dicho guía es gratuito. Hay un papel con el reglamento de las visitas guiadas en el que especifica que para entrar “hay que llevar una ropa decente y respetable (rodillas y brazos cubiertos)”. A Nacho, que va en pantalón corto, no le dicen nada pero a mí, que voy en tirantes, me hacen ponerme el pañuelo alrededor de los brazos. Suerte que lo llevaba encima por si acaso ocurría algo de esto. Al entrar en la sala de oraciones hay que descalzarse. Dan unas bolsas (que luego hay que devolver) para llevar los zapatos a cuestas. Decir que fui toda la visita del interior de la sala de oraciones en calcetines blancos y que me quedaron completamente impolutos después de todo el recorrido, me llamó la atención, pues no sólo caminábamos por las alfombras, sino también por el suelo normal y… “El algodón no engaña” ¡Mola! Jajajaja.

    El interior es impresionante, con sus 63 metros de altura, su superficie de 20.000 metros cuadrados y su capacidad para 25.000 personas. Pese al precio de la entrada, creo que merece la pena para poder valorar su magnificencia. Además, Zaid nos ha dicho que es la única mezquita que se puede visitar en todo Marruecos. En la visita vemos la sala de oraciones; la sala de abluciones, constituida por 41 fuentes de mármol y que es donde se tienen que lavar los hombres antes de ir a rezar, la de las mujeres se encuentra en otra parte y esa no la vemos; y uno de los dos hammam, una especie de sauna que nunca ha sido usada y solo está para ser visitada por los turistas. La torre que observamos desde fuera, es el minarete religioso más alto del mundo, con una altura de 200 metros. La visita dura 30 minutos y rápidamente nos hacen salir, puesto que van a abrir las puertas en breves para que entren los musulmanes para rezar.

    Tras esta visita y las fotos de rigor, vamos a buscar a Zaid que nos está esperando en los alrededores y nos lleva en el 4×4 hasta el Boulevard de la Corniche, que es el paseo marítimo. De nuevo nos bajamos del coche y Nacho y yo damos un paseo por todo el bulevar contemplando el mar y comiendo un helado que nos cuesta 15 dirham por cabeza.

    De aquí ya nos dirigimos al hotel (no riad). Hotel Kenzi Basma, que tiene cuatro estrellas, y cuya habitación y baño están genial. Me encanta el detalle de que además de las típicas lámparas de mesita haya dos lamparitas pequeñas para leer sin molestar a la pareja.

    Hoy no tenemos la cena incluida en el hotel, por lo que quedamos con Zaid a las 21 horas para que nos lleve a cenar. A las 20 salimos del hotel para dar una vuelta por los alrededores. Zaid nos ha recomendado la Place Mohamed V, que se encuentra a 5 minutos de nuestro hotel. Al llegar escuchamos música por unos altavoces y vemos una fuente de colores y con distintos movimientos del agua.

    Es bonita y la gente se encuentra relajada sentada en los bancos mirando hacia la fuente.

    De aquí nos dirigimos a la Place des Nations Unies, que se encuentra también a cinco minutos y que también nos ha recomendado Zaid. En esta hay muchísimo ambiente y varias personas haciendo distintos espectáculos cantando o bailando, con un montón de gente alrededor mirando.

    Observamos que el transporte público es muy viejo y está destrozado. Zaid nos ha explicado que es como el tema de las papeleras, si lo ponen nuevo, la gente lo rompe o roba lo que necesite, por lo que prefieren dejarlo como está. Es triste… 

    Pasamos un rato aquí hasta que volvemos al hotel, ya que hemos quedado con Zaid. Acude puntual a las 21 horas, acompañado de su primo. Nos explica que vamos a ir caminando a un restaurante cerca del hotel, pero nos pide que vayamos caminando a unos metros por detrás de ellos para que la policía no les pare para interrogarles. Como nos explicó el otro día, los marroquíes tienen prohibido ejercer de guía sin titulación. Hasta ahí todo correcto, pero eso implica que cuando un marroquí va con algún extranjero por la calle, aunque sean sus amigos, la policía le suele parar para interrogarle, supuestamente para tratar de evitar que la gente haga de guía turístico sin tener el título, para evitar el intrusismo laboral, aunque en realidad lo que buscan es sacar algo de dinero, puesto que en este país la policía es muy corrupta. ¡Muy fuerte! El caso es que vamos siempre detrás de ellos hasta llegar al restaurante que nos han elegido para cenar, Restaurant des fleurs. Ellos deciden cenar aparte en otra mesa del restaurante. Nacho y yo cenamos un filete empanado, una hamburguesa de queso y dos crepes con nocilla, de lo cual solo tenemos que pagar la bebida, que es una botella de litro y medio de agua por 20 dirham. La comida está normal, sin más. Si tuviese que repetir buscaría otro sitio que me gustase más, aunque debo decir que el personal era bastante amable y el sitio amplio y luminoso.

    Hablamos con Zaid para quedar mañana a las 9 y 15 en el hall del hotel. Nos despedimos de Zaid y de su primo y volvemos al hotel dando un mini paseo, ya que estamos a unos 10 minutos.

    GASTOS DEL DÍA

    • Comida: 230
    • Entrada mezquita: 240
    • Helado: 30
    • Cena: 20

    TOTAL: 520 dirhams, unos 52 €.

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