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5. CAYO LEVISA
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ÍNDICE
Viernes 27 de abril de 2018
VIÑALES (parte 1)
Cómo describir el día de hoy… Inigualable, irrepetible, inesperado, increíble… Todo lo que diga será poco y además creo que las fotos no hacen justicia a las maravillas que hemos visto pero, empecemos por el principio…
Nos ofrecen un desayuno similar al de casa de Raquel, que a mi madre le encanta pero a mí que no me gusta la fruta, la mermelada, la mantequilla, el café…, y no tengo ganas de desayunar huevos todos los días, la verdad es que no me satisface plenamente…
Cuando abrimos la puerta de la casa llueve pero no diluvia. Pensé que me iba a dar un bajón anímico si llovía pero por lo visto lo tenía bastante asimilado… Me queda la esperanza de que tras las dos horas de viaje en bus, la cosa mejore.
TRASLADO A CAYO LEVISA
Vamos cargadas de cosas pues vamos a pasar el día entero fuera y ya he dicho que nuestros “imprescindibles” son muchos. (CONSEJO) Recomiendo llevar bolsas estancas que nos han sido de gran utilidad durante todo el día (y de hecho lo han sido durante todo el viaje).
Cuando fui a Tailandia con mi chico me resultaron muy prácticas solo una de diez litros y una de veinte litros. Esta última con dos correas, dato importante, porque la de veinte litros con un solo asa es demasiado peso para el hombro. Pero en el día de hoy he descubierto que esas bolsas con esa capacidad son prácticas cuando vas con alguien que apenas lleva nada. Pero cuando vas con tu madre y tenéis muchos “imprescindibles”, es mejor llevar una de veinte litros cada una, para ir holgadas. Nosotras finalmente llevamos una de cinco, una de diez, una de veinte y una mochilita del Decathlon, las cuatro llenas hasta arriba, dos paraguas y una sombrilla y, aunque pueda sorprender, lo usamos todo.
Una vez con los hombros cargados nos dirigimos a la agencia de Cubanacán. Hemos quedado delante de la puerta de la agencia a las 8.20 horas. Los buses salen puntuales a las 8.30 (llevamos un bus grande y un micro bus). Después de una hora y media de viaje con al aire acondicionado a muerte, qué manía…, por una carretera plagada de agujeros inmensos llenos de agua y barro (CONSEJO: ir mejor en transporte público que en uno alquilado, pues sufre mucho y puede quedar tirado por el camino), llegamos al embarcadero para ir a Cayo Levisa. Hay una especie de bar donde se puede ir al baño,
aunque también hay baño en el barco y aunque este último es muy pequeño, si se para en el del bar luego se llega el último al barco y se queda uno sin sitio, como nos pasó a nosotras, que nos tocó ir sentadas en la parte trasera. Suerte que no llovía mucho.
CAYO LEVISA
Tardamos una media hora en llegar a Cayo Levisa. Desde lejos no pensé que el cayo que veía fuese nuestro destino puesto que solo veía lo que yo creía que era bosque.
Después de atracar nos dirigimos todos a través de una pasarela de madera hasta la recepción que gestiona las cabañas donde se alojan los huéspedes. Allí el trabajador nos da una charla explicativa.
Yo tenía una idea muy clara de lo que quería hacer en Cayo Levisa y de hecho por eso me decanté finalmente por este cayo en vez de por Cayo Jutías. Pero la excursión de snorkel me interesa pues me apasiona ver fauna marina, pero grande, tipo tortugas, mantas… Como el día está muy nublado, pregunto al chico si merece la pena. Él me dice que sí pero no me convence mucho y además me dice que si hago la excursión no puedo llevar a cabo mi otra idea, pues no me daría tiempo a todo. Por lo que la cosa queda decidida rápidamente.
La historia es que leí un blog de un chico donde contaba que había preguntado a un trabajador del cayo por una zona más tranquila e íntima para estar con su pareja y este les había recomendado acudir a Punta Arena donde además habita una COLONIA DE ESTRELLAS DE MAR. Ese dato fue el que me hizo decidirme por Cayo Levisa, pues quería vivir la misma experiencia que había vivido ese chico… Y vaya si la vivimos nosotras…
Eran las 11.15 horas y me daba rabia tener que esperar hasta las 12.30 por el sándwich, que ya elegimos adrede pues no queríamos tener que volver de Punta Arena para ir al buffet. Así que con la naturalidad que me caracteriza me dirigí al restaurante El Galeón para pedirle el favor de si nos podían adelantar un par de sándwiches.
Fueron muy amables y en unos veinte minutos ya teníamos nuestros sándwiches calentitos listos y en la mochila (la bebida no está incluida).
Justo nos encontramos en el restaurante al chico de la agencia Cubanacán que había venido con nosotros en el autobús y le pregunté por Punta Arena y por qué no se había mencionado en la charla informativa. No me quedó muy claro el motivo pues se salió por la tangente, pero sí que dijo que no solían hablar de ello, aunque a veces los guías sí que llevaban allí a los clientes, pero sino les llevaban, no les hablaban de ello. Con esa información tan escasa nos dirigimos por fin a nuestro destino.
El camino es sencillo, solo hay que ponerse mirando hacia el mar en la zona de las tumbonas y caminar todo hacia la derecha hasta llegar al extremo de la isla. Se tardan unos veinticinco minutos. (CONSEJO) Recomiendo llevar escarpines para esta excursión pues hay que atravesar una zona de manglar, que nos apasionó, pero que está llena de palos saliendo de la arena y con chanclas uno se puede lesionar. El sendero a través del manglar es bastante identificable y sencillo de recorrer, basta con ir paralelo al mar. Hay un par de carteles indicativos una vez que ya se está dentro, pero no tiene pérdida ninguna.
Mientras atravesábamos el manglar solo vimos multitud de cangrejos ermitaños, pero ningún mosquito ni ningún animal indeseable. Como digo, esa zona nos pareció espectacular, menudo paisaje…
Y por fin llegamos a Punta arena. Hay un total de once personas, además de nosotras en esa playa. El paraje no se ve aún espectacular pues el cielo está nublado y el mar no se ve color caribe. Como tenemos tantos bártulos, nos ubicamos al lado de unos palos del manglar situados en medio de la playa que nos hacen las veces de tendal y estanterías.
Mi madre se pone a comer pero yo necesito comprobar si voy a ver por fin mis estrellas de mar. Voy caminando por la orilla hasta que me encuentro la primera estrella y vibro de gozo, y eso que es pequeñita y de color marrón. Sigo por la orilla y me encuentro otras dos estrellas marrones y una roja enorme. Me siento super feliz.
Además el cielo está abriendo y los colores del mar se están tornando a la típica imagen paradisíaca que todos tenemos en mente.
Por cierto y hago un inciso, como instalaciones en la playa hay alguna construcción medio derruida que podría proteger un poco del sol y una especie de bar por llamarlo de alguna manera, pues son cuatro palos mal puestos donde al cabo de unas horas de estar en la playa apareció el chico del chiringuito que va por la playa preguntando a los posibles clientes si quieren alguna bebida (CONSEJO: ojo con este chico que es un poco espabilado en cuanto al tonteo con las chicas).
Tras dar un paseo por toda la costa en busca de las estrellas, me tiro a hacer snorkel pues estoy deseando ver fauna marina. Ojalá pudiese ver tortugas, rayas, etc. Mi gozo queda en un pozo pues lo único que veo es un solo pez y además, una vez que se sale de la pequeña zona de arena blanca, solo hay un jardín de algas sin ningún tipo de interés que parece abarcar kilómetros y kilómetros, por lo que me vuelvo a dedicar a la tarea de buscar estrellas para sacar unas fotos chulas dentro del mar, sin perjudicar para nada a las estrellas. Una vez que se sabe dónde buscarlas, todo es mucho más fácil. Se alimentan de algas y viven en la frontera entre la zona de las algas y la zona de arena blanca. Trato de sacar unas fotos y termino haciendo un vídeo a cámara rápida que es una pasada (lo veo una y mil veces durante el viaje). Hay que ver cómo echan a correr las cabritas, nunca lo hubiese imaginado.
Tras esta aventura solo me queda sentirme feliz y disfrutar del paraíso. Por fin ha salido el sol y el paraje es espectacular. Además hay momentos en los que estamos completamente solas en la playa. Cuando aparece el chico que trabaja en el bar, como no tiene clientes y debe estar aburrido me propone ir a buscar estrellas de mar para sacar unas fotos chulas. Dice hacerlo todos los días con los turistas. Mientras estamos buceando empiezan a caer gotas del cielo y sobreviene el diluvio universal. Salgo corriendo del agua y trato de ayudar a mi madre a recoger rápidamente las cosas, llegando hasta el bar, donde descubrimos que el techo está completamente agujereado y llueve lo mismo dentro que fuera. Suerte que las mochilas son estancas y lo de dentro no cala, pero todo lo que teníamos en nuestros palos – tendal, acaba empapado. Así que ahí estamos mi madre y yo, con los dos paraguas abiertos dentro del cutre – chiringuito, y muertas de la risa. Lo bueno es que cuando la tormenta deja de estar encima de nosotras deja unas imágenes espectaculares difíciles de borrar de nuestras retinas, con esos juegos de luces y sombras y cambios de colores tanto en el mar como en el cielo, con las cortinas de agua de fondo.
Sacamos decenas de fotos tanto en la playa como en el manglar,
que nos ha parecido muy exótico y maravilloso. 200% recomendable esta visita, que ¡¡ha superado con creces mis expectativas!! Toca ir retirando ya que el barco sale a las 17 horas y son las 16.10 horas. Como la tormenta solo perdonó un breve periodo, era muy cómico vernos a través del manglar con los paraguas abiertos, a la par que peligroso, llamando al rayo, pero es que llovía que era una pasada. (CONSEJO) Nos fue muy útil durante el día de hoy (y durante todo el viaje) una funda impermeable para la mochila que compré en Amazon, y que recomiendo por su utilidad y su precio, inferior a 4€.
Una vez hechos los montones de fotos estábamos deseando llegar a la zona de recepción para poder cambiarnos por ropa menos mojada, aunque húmeda, y volver a Viñales.
Cuál es nuestra sorpresa cuando, estando ya en el barco, este se queda parado en medio del mar y nos dicen que se ha estropeado lo que refrigera el motor por lo que tiene que venir un barco a remolcarnos. Eso nos regala una hora extra en el barco estando todos empapados y con un viento de campeonato… Yuhuuuu… Lo bueno es que el viaje de vuelta en autobús se me pasa en un periquete ya que me dedico a escribir la mayor parte del diario de este día, que ha dado mucho de sí. Ya no sé ni a qué hora llegamos a Viñales. Rápido para casa para aclarar y colgar las cosas, a ver si nos secan para mañana, que iniciamos ruta de nuevo.
VIÑALES (parte 2)
Tras una ducha y toneladas de arena después, salimos a cenar, siendo más de las 21 horas y teniendo que madrugar de nuevo mañana. Pero parece que el cansancio en los viajes siempre es menor aunque haya que madrugar y trasnochar y durante el día no se pare. Las vacaciones son maravillosas y los esfuerzos se hacen sin problema ninguno y casi sin darse cuenta.
Estamos muertas de hambre y cansadas por lo que cenamos en el primer restaurante que encontramos con wifi (para matar dos pájaros de un tiro) a la vuelta de la esquina, y cuya parrilla nos ha atraído: Villa Dary – Tuty. Cenamos dos muslos enormes y sabrosos de pollo a la parrilla con arroz y verduras de guarnición y dos bebidas por 15 CUC. El personal es muy amable.
A la vuelta vamos tan entretenidas hablando que no nos damos cuenta de que el restaurante estaba al lado de la casa particular y seguimos hacia abajo por la calle principal del pueblo… Nos echamos unas buenas risas.
Mañana toca madrugar de nuevo, pues tenemos la habitación hecha una cuadra y hemos quedado a las 8.30 horas con Alberto para continuar la ruta.
GASTOS DEL DÍA
– Cena Villa Dary – Tuty: 15
– Manutención Alberto: 15.
– Casa particular Jorge y Ana Luisa: 35
TOTAL – 50 CUC (≈ 46€)